Luis Javier Lambán es un geólogo aragonés que lidera, desde hace dos años, la unidad del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Zaragoza. Además, participa en el proyecto Evolución geodinámica reciente en el norte de la Península Ibérica, una investigación enfocada al estudio geológico del continente. Se licenció en 1999 en Geología por la Universidad de Zaragoza y ese mismo año, comenzó en el IGME.

—¿En qué cosiste el proyecto que ha estado llevando a cabo en La Antártida?.

SEmDEvolución geodinámica reciente en el norte de la Península Ibérica es una investigación enfocada al estudio sobre el suelo y las aguas subterráneas en la Antártida. Los objetivos consistirían en confirmar teorías previas a la investigación o, por consiguiente, encontrar nuevos datos sobre la geología tan compleja de este continente. Una de las cosas que queremos corroborar es el aumento de temperaturas marinas en varias zonas. Las muestras terrestres sirven, por ejemplo, para afianzar las imágenes que nos llegan desde el satélite y, si se diera el caso, cambiar la cartografía que hay en la actualidad.

—Este es un proyecto que lidera la Universidad Autónoma de Madrid y, está previsto que continúe hasta el próximo año. ¿En qué proceso se encuentra ahora la investigación?

—Hace nada, el 24 de mayo, el buque Hespérides de la Armada, trajo las 620 muestras que recogimos durante el mes y poco que permanecimos en la Antártida, durante el mes de enero. Ahora se encuentran en el laboratorio correspondiente para que las puedan analizar y sirvan para confirmar hipótesis de investigaciones previas, o para descubrir nueva información sobre el suelo.

—Todavía queda esperar a la próxima campaña para conocer nuevos datos. ¿Estará presente en esta expedición?

—En esta ocasión no voy a poder formar parte del equipo en el continente. Somos quince personas las que trabajamos en este proyecto y no podemos ir todos. El grupo perfecto sería de cuatro personas porque puedes hacer parejas para adelantar el trabajo. Siempre van dos que tienen experiencia junto a otros dos que no la tienen. No obstante, todos los que estábamos allí nos ayudábamos unos a otros y colaborábamos en todo.

—¿Cómo definiría la experiencia del viaje a la Antártida?

—La palabra es intensa, tanto para bien como para mal. Allí todos teníamos mucho ajetreo y estrés, porque todo cambia. En este continente, aprendías a vivir el momento a momento porque todo era incierto. Igual teníamos plan para un día, el tripulante del buque que nos llevaba nos decía que mañana íbamos a llegar a una determinada hora y, en cambio, igual no llegábamos al sitio ni a a la hora prevista. Al final, esto te podía generar cierto estrés porque nos teníamos que adaptar a los horarios y a las condiciones meteorológicas, que era una de las razones más comunes por las que cambiar de planes.

—Un viaje de estas características le marca como para ver desde otra perspectiva la vida que tenía en Zaragoza. ¿Qué le ha aportado?

—Tras esta expedición he aprendido a mantener la calma y saber actuar tras las adversidades. Además, allí estábamos todos juntos tanto el personal militar, los investigadores e, incluso periodistas de varios medios de comunicación. Al final, pasábamos las 24 horas del día juntos y aprendías un poco sobre lo que los demás tenían que hacer. Esto te hace ver las cosas desde otro punto de vista y abrir tu mente.

—Sin embargo, no es el único proyecto que tiene entre manos...

—Estoy inmerso en diferentes investigaciones propias del IGME y en diversas líneas. Ahora mismo, somos 14 personas en la unidad de Zaragoza de las cuales, somos nueve los que nos dedicamos a la investigación de las ciencias en la Tierra. Todos los estudios sobre las aguas subterráneas del Parque Nacional de Ordesa las hemos llevado a cabo nosotros. Nadie hasta entonces había identificado qué acuíferos hay ni cuál es el funcionamiento de las aguas subterráneas. Y son claves. Además, estamos pendientes de otros proyectos.

--También imparte charlas como la que tuvo lugar el pasado miércoles, para hablar, en este caso sobre su proyecto. ¿Qué es lo que le motiva a introducirse también en el mundo de la comunicación?

--Los conocimientos que transmito sé que van a ser útiles y prácticos, a nivel humano, para los que me escuchen. No es una satisfacción personal pero sabes que estas personas están deseando escucharte y que luego lo aplican. Por ejemplo, el año pasado di un curso con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo en Sudamérica para expertos y autoridades sobre la ley de aguas subterráneas y, simplemente, me llenó. Es una experiencia que quiero volver a repetir y, en un futuro, me apetece dedicarme a ello.