El último mes de cualquier obra de envergadura siempre es el más tenso de todos, las prisas de última hora, los imprevistos y los trabajos que se retrasan y complican la ejecución de otros. La fecha del estreno del Mercado Central, fijada para el próximo 28 de noviembre, está en serio peligro por la demora con la que se están realizando trabajos imprescindibles para la inauguración de este icono de Zaragoza, tal y como adelantó ayer EL PERIÓDICO, pero una de las obras pendientes más importantes, el centro de transformación eléctrica que Endesa se comprometió a tener terminado hace días, por fin está cerca de poder ponerse en funcionamiento. Fuentes oficiales de la compañía explicaron a este diario que precisamente ayer se daba por concluida la instalación y conexión a la red de suministro. Y solo le restan pequeños flecos, como la «colocación de unas barreras de protección», que se pondrán «esta misma semana».

Los responsables de la compañía estaban ayer por la mañana precisamente realizando la «inspección» de esta obra, que ha significado la remodelación de los dos centros de transformación que siempre han abastecido de luz a este edificio centenario. Y están agilizando al máximo esos retoques de última hora porque su previsión, indicaron las fuentes consultadas, es la de «poder firmar los contratos con los detallistas a partir de la próxima semana».

Este punto final a la obra es un respiro para quienes defienden que llegar a tiempo el día 28 de noviembre es posible y se debe hacer todo lo que esté en la mano de todos para umplir con esa inauguración ya anunciada a los ciudadanos. Las partes implicadas, por tanto, ahora se reducen a dos, el ayuntamiento y sus responsables en la obra por un lado, y los propios detallistas por otro. Y ahí es, precisamente, donde empiezan las tensiones. En la asamblea celebrada el pasado fin de semana en el Centro Cívico La Almozara, todos salieron de la misma con esa idea, llegar como sea a esa fecha y abrir cumpliendo el calendario previsto.

El problema es que muchos de los detallistas desconfían de que tanto las obras pendientes en sus puestos como los permisos que deben recibir, del Departamento de Sanidad por ejemplo, o de Bomberos, se completen a tiempo. Y se temen que la voluntad política del consistorio acabe en una reapertura «a medio gas».