Virignia Ariño puso rumbo a Alemania el verano pasado en busca de una oportunidad laboral que no encontraba en España. Ella, como otros tantos jóvenes del país, se decidió a emprender la aventura porque "decían que allí había trabajo", asegura.

Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba y se vio en la obligación de regresar a su Zaragoza natal debido a las "irregularidades laborales" que allí se encontró. "Nada de lo que nos prometió la empresa mientras hacíamos un curso de alemán en Madrid se cumplió, fueron unas condiciones totalmente diferentes. Me sentí engañada y estafada", recuerda Ariño.

Su relato pone voz a la denuncia presentada esta semana por el Sindicato de Enfermería Satse, quien reclamó a los ministerios de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y de Empleo y Seguridad Social del Gobierno de España "que actúen" ante el "cada vez mayor número de casos" de profesionales de enfermería españoles que emigran a Alemania a trabajar y, una vez en el país germano, denuncian "engaños" por parte de los contratantes. Decenas de ellos serían aragoneses.

"Un día antes de irnos nos hicieron firmar un aval de 3.000 euros. Si no lo hacíamos, no íbamos. Nos pusieron entre la espada y la pared. Al final, crees en la buena fe y firmas, pero cuando llegamos allí --Virginia viajó con una compañera de Madrid-- empezamos a ver que los requisitos no se estaban cumpliendo. El primer síntoma fue que nos llevaron a un piso con más españoles, cuando nos habían asegurado un piso para nosotras dos", explica Ariño.

MAL COMIENZO

A esta aragonesa de 24 años nunca se le olvidará su primer día de trabajo en Alemania. "Me asignaron una casa de una persona que llevaba un respirador, de la que yo me tenía que ocupar. Pero es que también me dijeron que tenía que limpiar, hacer la colada, la cena de la mujer del paciente... les dije que eso no era lo acordado, pero comentaron que las cosas eran así. Tampoco me ponían un coche, tal y como estaba asignado, y el transporte público me lo tenía que pagar. Respecto al salario, me pagaban a 20 euros la noche, pero mi horario era de 18.00 horas a 6 de la mañana. Todo un caos", relata.

Ante esta situación, Virginia no firmó el contrato y optó por hacer las maletas para regresar a Zaragoza. Pero abandonar Alemania no fue fácil. "Les dije a los jefes que me iba, que los términos laborales no se estaban cumpliendo y que no iba a ejercer aquel trabajo. Fui a la embajada a explicarles todo, pero la empresa luego me dijo que yo había firmado un aval y que tenía que pagar esos 3.000 euros si no cumplía. Insistí en que yo no había aceptado el contrato y no tenía sanción", explica. Al final, la joven regresó a España "sin dar explicaciones" a la empresa. "Me fui sin decir nada, porque veía que no entraban en razones", dice.

Su salida del país derivó en "amenazas" vía carta durante más de seis meses . "Me escribían a mi domicilio de Zaragoza diciéndome que tenía que pagar, que me había ido sin hacerlo y tal. Con este panorama, me puse en contacto con la abogada de Satse y ella me guió. Me dijo que no respondiera a sus cartas y que le enviará todos los emails donde negociamos las condiciones laborales antes de viajar a Alemania", argumenta la profesional sanitaria.

Actualmente, Virginia trabaja en un hospital de Zaragoza y asegura que se lo pensaría "dos veces" antes de emprender otra aventura similar. "Me di cuenta de que la enfermería no está tan bien valorada en Europa. Ahora estoy muy contenta y si tuviera que volver a hacer lo mismo sería más prudente", explica.