"Tuve lesiones el día del atentado. Por suerte quedé con vida, pese a que las lesiones fueron importantes. Al final me recuperé de casi todas, aunque tuve que causar baja por incapacidad física". Era el testimonio de Enrique García Arias, que vivió aquel 30 de enero de 1987 en carne propia y aún hoy arrastra secuelas de ese atentado en el que, en su caso, logró salvar la vida pero arrastrando una huella física en forma de secuelas y mental, en su memoria.

"Tengo que agradecer al ayuntamiento que haya reordenado la plaza e incluya un recuerdo de aquel día que fue nefasto para muchos, sobre todo para las personas que han muerto. Y recordar que, no sé si es casualidad o no, que todas las personas que iban en aquel autobús y que luego han muerto, todas han sido de cáncer, excepto la última, que ha fallecido hace unos días (Jerónimo Tavira). No digo que sea consecuencia del atentado pero es significativo", explicó.