Los pueblos del entorno de Huesca han ganado población en los últimos quince años, consolidándose como un cinturón dormitorio que ha devuelto la vitalidad a la comarca de la Hoya, a pesar de la complejidad que supone prestar servicios cuando se ha pasado de los 180 habitantes que tenía Tierz en el 2000 a casi el millar con el que cuenta en la actualidad, un 321,11% más.

La proximidad con la capital ha favorecido esta evolución demográfica iniciada en los años previos a la crisis. En ese momento decenas de promociones inmobiliarias apostaron por localidades como Tiez, Monflorite, Siétamo o Quicena. Los bajos precios de estas viviendas, en su mayoría adosados, y la cercanía con la capital fueron el atractivo principal para poblar este entorno rural. De esta forma la baja media de edad de los nuevos vecinos ha permitido reabrir colegios y guarderías, aunque no ha pasado lo mismo con otros servicios básicos como las tiendas, lastradas por el hecho de que la mayoría de los vecinos trabajan fuera de los pueblos.

El alcalde de Tierz y presidente de la Comarca de la Hoya de Huesca, Jesús Alfaro, celebra esta dispersión poblacional. «La llegada de gente joven se ha traducido en hijos, así que después de ver cómo se cerraban los colegios estamos asistiendo a su reapertura», indica. Una situación muy extraña en las zonas rurales.

En el lado de los inconvenientes de este movimiento demográfico figuran las dificultades de articular una red de transporte público, pues muchas de las nuevas familias optan por los coches particulares. «Tierz solo dispone de una línea de bus, aunque a ella se le puede sumar el autobús escolar», señala Alfaro. La construcción de una demandada rotonda en la carretera N-240 permite viajar con seguridad desde el centro del pueblo a Huesca en unos seis minutos.

Además, han notado como instalaciones pensadas para poco más de un centenar de vecinos se quedaban inservible, como ha pasado con la presión del agua en las piscinas. Por otro lado, con el aumento de los ingresos gracias al padrón se han podido acometer en estas localidades obras públicas significativas como nuevos pabellones polideportivos y casas de cultura. «Nosotros en Tierz no tenemos el concepto de pueblo dormitorio, no diferenciamos las urbanizaciones de la parte vieja, creemos que todo el mundo se ha integrado y existe mucha proximidad», alega.

APUESTA POR EL ALQUILER

Esta es una sensación que corroboran buena parte de los vecinos. «Salir de Huesca fue una decisión acertada», explican Francisca Lora y Rafael Cañiver, instalados en Tierz hace más de quince años en la segunda promoción de adosados. Se mudaron tras la jubilación y ahora pasean por las calles acompañados de sus tres nietos. «Al principio había menos servicios, pero todo ha cambiado mucho», dicen. Toño Lacasa fue el panadero en los años de pérdida de población. Ahora la empresa ha cobrado un nuevo rumbo como obrador para dar servicio a todo el entorno. «El cambio ha sido para mejor», dice rotundo. Eso sí, asuntos como la atención sanitaria en las pequeñas pedanías están lejos de verse solucionadas.

En el lado contrario aparecen otros pueblos de la comarca como Loporzano o Bandaliés. Estos pueblos, alejados de la capital por unos pocos minutos más que el cinturón dormitorio, dejaron pasar la posibilidad de construir nuevas urbanizaciones. «En estos momentos para atraer población queremos apostar por la restauración de las casas viejas y así poder ofrecer vivienda de alquiler por un precio asequible», explica el alcalde de Loporzano, Roberto Malumbres.

El regidor ha detectado que existe demanda de nuevas residencias y en los años previos a la crisis existió un proyecto para levantar una urbanización que no se pudo concretar. En estos momentos Loporzano se ha quedado en el medio millar de vecinos, situación que se mantiene estable desde hace varias décadas.