En una recién despertada ciudad de Zaragoza, el hospital universitario Miguel Servet abrió sus puertas a EL PERIÓDICO. Mientras fuera desinfectaban su entrada los operarios del ayuntamiento de la capital aragonesa, dentro en su planta de neurología, el paso se divide en dos (véase la primera imagen).

En la zona «limpia» circula el personal que no va vestido con el EPI y en la zona de al lado de las habitaciones, se sitúa el personal que sí porta el EPI y que accede a las habitaciones para atender a los pacientes de covid-19. Al otro lado de la puerta, siempre espera un compañero para lo que pueda necesitar el médico o personal de enfermería, como la medicación o si surge algún problema. «Entramos con el EPI y con doble guante. Una vez que exploramos al paciente, nos quitamos el primer guante y salimos intentado limpiar las zonas comunes que hemos tocado, sobre todo los pomos o por ejemplo los fonendoscopios», detalla Francisco de Pablo, neumólogo especialista en enfermedad pulmonar y médico asistencial durante la pandemia.

La avalancha de casos pasó y el ritmo ha disminuido, pero el trabajo sigue, sobre todo para los pacientes de salidas de uci que deben superar en planta su proceso de rehabilitación y recuperación. «Los pacientes son los auténticos supervivientes de la pandemia», subraya de Pablo.

Otra de las áreas con sección dedicada al virus es la de urgencias. «Aunque no llegan casos nuevos desde urgencias, sigue habiendo pacientes en el hospital. Hay que seguir con el trabajo, con ánimo estamos intentado sacarlo adelante entre todos, aunque el cansancio del personal es lógico», comenta. Hay diversas plantas de varios servicios que atienden a pacientes covid-19 y el personal de las mismas se ha sumado a las circunstancias, así como de otros sectores. «Es nuestro trabajo, un esfuerzo que debemos realizar todos, no solo los médicos, hay que agradecer a todo el personal, tanto enfermería, auxiliares o el de limpieza, que muchas veces pasan más horas que nosotros y no son valorados», apunta.

En los últimos días, los pasillos los recorren familiares que van, una vez a la semana, a ver a pacientes que llevan mucho tiempo ingresados.

El servicio de microbiología del hospital realiza las prueba PCR, cuya técnica mide el virus en actividad y hace el diagnóstico, detectando el contenido genético del virus.

Ana Milagro, responsable de biología molecular, recuerda que comenzaron haciendo pruebas de 6 en 6 o de 12 en 12, y lograban obtener 300 resultados al día, «sin parar». Ahora utilizan diferentes equipos y consiguen entre 400 y 500, que «corresponde a lo que nos va llegando, siempre trabajamos a demanda», indica. Aunque hay menos pacientes y ha decrecido el número de muestras de otras patologías, siguen con su labor porque ahora se hacen test a la población que no está hospitalizada. «Trabajamos en equipo, con mucha implicación, y con personal de otros servicios y facetas», comentó.