La esposa de Javier Pereira llegó hace diez años a Zaragoza en busca de una vida mejor. No se reencontró con ella en la capital aragonesa hasta pasados tres años, un tiempo que este colombiano prefiere olvidar. «Separarse fue duro; en esa época ella me enviaba dinero hasta que finalmente yo también pude venir», explica Pereira.

Los primeros años en Zaragoza también fueron difíciles para este colombiano de 52 años. Ahora está feliz. Lleva cinco años acompañando y atendiendo a una persona dependiente y es él el que manda dinero a su país, lo que le hace sentir «más cerca de él». «Suelo enviar cada dos o tres meses, cuando necesitan una ayuda o celebran cumpleaños. También cuando algún familiar está hospitalizado y no puede trabajar, porque en Colombia la Seguridad Social solo nos cubre los medicamentos», señala Pereira.

El colombiano es un cliente «fiel» del grupo Titanes y, sobre todo, de una de las trabajadoras de la oficina central de la calle Ramón y Cajal. «Se llama María Eugenia Toro y como siempre nos trata tan bien solemos acudir siempre a ella», explica Pereira, que apunta que sus amigos también suelen elegir a trabajadores de su país de origen porque «es una forma de estar más cerca de allí».