Las fiestas del Ángel, y las de la Vaquilla, han vuelto a inundar las calles de Teruel. Un año más la ciudad acoge un extenso y variado programa de actos, entre los que cabe destacar la famosa puesta del pañuelico que tendrá lugar mañana a las 16:30 en la plaza del Torico.

Desde 1982, este hecho se ha convertido en el principal icono de las fiestas, ya que reune a todas las peñas con sus charangas alrededor de la columna que corona la plaza.

Salto de turnos

Este año la puesta del pañuelo al Torico corre a cargo de la peña Los que faltaban. No era su turno, pero la Asociacion de Interpeñas ha aceptado su petición por motivo de su 50 aniversario, será «la tercera vez que tendrán el honor de poner el pañuelico». Este hecho demuestra que «la Vaquilla es una fiesta muy generosa, generosa con todos los que vienen de fuera a disfrutarla y también con los turolenses», afirma Chencho Muñoz.

La junta directiva de Los que faltaban estableció un requisito indispensable para poder salir elegido: no haber puesto nunca el pañuelo. Además, tenían prioridad los que más tiempo llevaban en la junta. Posteriormente, se sometió a votación y dos fueron los afortunados: José Antonio Sánchez, presidente de la peña, y Chencho Muñoz, peñista desde hace 28 años.

Siguiendo la tradición, estos dos peñistas deberán subir a pulso, apoyándose en sus compañeros, y colocar el pañuelico desde lo alto de la columna.

Aunque años atrás el encargado de ponerlo era solo uno de los peñistas esta tendencia ha cambiado, como explica José A. «últimamente lo hacen dos, porque ahora somos 20 peñas, por tanto, hasta dentro de 20 años no se vuelve a poner el pañuelo y hace 6 o 7 años la peña delegada subió a dos, desde entonces todas las demás lo hemos seguido copiando porque es un acto muy especial que así pueden disfrutar dos personas, en vez de una».

Los encargados este año reconocen que poner el pañuelico es «una mezcla de sentimientos y emociones bastante importante y que se sienten muy afortunados por poder representar a su peña y a todos los ciudadanos turolenses». También confiesan que empiezan a sentir «mariposillas en el estómago de nervios».