Rosa Monge estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Zaragoza y, desde entonces, no ha dejado de formarse en esta ciudad. Ella lo tuvo claro desde pequeña: «Lo mío era vocación, desde los 13 años sabía que quería estudiar y a pesar de que luego vas cambiando el rumbo a medida que vas estudiando, he mantenido siempre la base», explicó.

En el año 2016 creó BeOnChip que nació de su propia tesis. La finalidad del trabajo desarrollado en esta empresa es poder desarrollar fármacos compuestos de manera rápida y sencilla con el menor coste posible y reduciendo la experimentación animal. «Estamos en un punto intermedio entre la investigación básica y unos modelos avanzados con animales», contó.

Rosa nació en Zaragoza y considera que quedarse en la ciudad fue un acierto porque «esto es un negocio global y muchas veces desde donde te estén llegando las cosas no es importante». Además, mira con optimismo la cercanía que tiene con sus proveedores.

BeOnChip es una empresa que está formada por cinco chicas, de las cuales tres son ingenieras formadas en el campus aragonés.

Rosa aseguró que era muy importante tratar de «retener el talento» aunque fuera difícil debido a que «sí que es posible». E hizo hincapié en que los más pequeños deberían tener «referentes femeninos en ciencia y tecnología» para que se vean capaces de acceder a este tipo de estudios independientemente del género.

Ella lleva intentando acercar este ámbito a grupos escolares desde que acabó la tesis y ahora, gracias al proyecto de Una ingeniera en cada cole, las chicas que forman parte de BeOnChip se han convertido en el modelo a seguir de muchas niñas.