Dice que le tocó la lotería «a las malas», pero reconoce que horas después analizó la situación y sintió que sí tenía motivos para hablar de suerte. «Me habían detectado un cáncer de próstata de forma muy precoz, prácticamente en sus comienzos, y eso me permitió superarlo. Me lo cogieron a tiempo, me operaron y no necesité ningún tratamiento», cuenta Manuel Correas, que padeció la enfermedad hace siete años.

Fotógrafo de profesión, Correas siempre ha estado al otro lado del objetivo y ha hecho protagonistas, con sus imágenes, a otros. Sin embargo, la enfermedad le convirtió a él en el actor principal. Por un tiempo tuvo que dejar la cámara y su estudio de lado, pero volvió «con más fuerza», dice. «Te llevas un disgusto, es la palabra maldita, nadie la quiere. Te preguntas por qué te toca a ti, jamás tuve síntomas de ningún tipo», explica.

Sin antecedentes familiares, fue en una revisión cuando le detectaron el problema. En un principio le dijeron que se no se preocupara, pero los análisis confirmaron un nivel alto del antígeno prostático específico (PSA). «El urólogo me miró más detenidamente. Me hicieron una biopsia y detectaron que mi próstata estaba infectada. Había que operar. No había otra solución», recuerda.

Manuel Correas tenía 55 años, una edad muy joven y muy alejada de las malas cifras del cáncer de próstata, que afecta sobre todo a partir de los 65 años. La otra opción era someterse a radioterapia, pero le aconsejaron la intervención quirúrgica para evitar así contraindicaciones y efectos secundarios.

CIRUGÍA LAPAROSCÓPICA

La operación no fue inmediata. Correas le pidió al urólogo si era posible retrasarla unas semanas, ya que el mes de mayo era para su trabajo «crucial» con el tema de las comuniones. «Tenía muchas fotos y sesiones previstas. Me encontraba bien y conseguí cubrir la temporada», recuerda.

En apenas tres días, tras la cirugía mediante la técnica laparoscópica, ya estaba en casa. La recuperación de las cicatrices fue rápida y en diez días le quitaron los puntos. «Hombre no estaba para ir a hacer ya reportajes, porque además iba sondado, pero creo que me lo tomé bastante bien. Fue un palo gordo, sobre todo el día que me dieron la noticia, pero lo asumí. Lo que más me ayudó fue la confianza que deposité en mi urólogo», asegura Correas.

Apenas estuvo tres meses de baja y en septiembre se incorporó a su actividad. No requirió ayuda psicológica, de hecho dice que le recetaron algunas pastillas para dormir, pero rehusó utilizarlas.

NUEVO REVÉS

El hecho de tener que sondarse, hasta en dos ocasiones, le provocó muchos dolores. Es uno de los peores recuerdos que tiene. Cuando el cáncer de próstata ya quedaba muy lejos, Correas recibió en junio del año pasado un nuevo varapalo: tumor de colon. «Notaba molestias en el estómago, me hicieron una colonoscopia y ahí salió. Afortunadamente también me lo pillaron a tiempo y me quitaron el bicho, como yo lo llamo. Tampoco me dieron radio ni quimio», cuenta.

Este aragonés, que incide en la «importancia» de someterse a pruebas y revisiones cada cierto tiempo, reconoce que esta segunda noticia le cayó mal. «Era ya un segundo cáncer, piensas que es injusto. Me operaron y, aunque tuve que estar más tiempo ingresado, me recuperé también bien», dice.

Por su profesión, siempre colaboró con la Asociación Contra el Cáncer en Aragón y la mala casualidad quiso que, años después, fuera paciente. Las últimas revisiones han arrojado buenos resultados y Correas asegura sentirse contento. «Mis ganas de vivir me han ayudado a salir adelante. La palabra cáncer es borde, te asusta, pero la buena predisposición lo hace todo», indica.