El Ebro es un río caprichoso. Se estira y se contrae sobre sí mismo en las inmediaciones de Zaragoza, provocando la erosión lenta pero constante del terreno. Un proceso geológico lento y testarudo que ha logrado fundir dos zonas casi antagónicas: la semidesértica estepa en su margen izquierda y los sotos fluviales del valle en su margen derecha.

Este contraste natural se extiende desde Remolinos hasta Juslibol, y pese a su significativa relevancia medioambiental, es un completo desconocido. Desde hace cuarenta años, los enormes cortados sobre el curso fluvial son el límite del campo de maniobras de San Gregorio, perteneciente al Ejército de Tierra. El desarrollo de pruebas militares mantiene el acceso a los escarpes cerrado.

Con objeto de abrirlos ha nacido la Plataforma por el Uso Público de los Escapes del Ebro y El Castellar. Está conformada por varias asociaciones y ya está recabando apoyos políticos. El viernes pasado el grupo municipal de IU anunció que presentaría una moción tanto en el ayuntamiento como en la diputación para desarrollar en la zona rutas senderísticas y cicloturistas.

Conservar el entorno

El siguiente paso, el más difícil, es solicitar la liberación de parte de los escarpes al Ministerio de Defensa. "El objetivo es poner en valor el entorno para contribuir a su conservación", explica Néstor Giménez, de Ebronautas, una de las agrupaciones involucradas. El deseo, explica, es abrir vías de circulación a civiles. Para ello se utilizarían las pistas y caminos ya existentes antes de la expropiación.

Además, cree, no supondría gran inconveniente para el ejército. "Sería acotar el campo 500 metros más allá", indica, porque los planes de uso no contemplan más espacio. Se trata únicamente de potenciar la cornisa al borde del río.

Un espacio relevante por dos factores: el natural y el histórico. El encuentro de la estepa con el soto fluvial desarrolla "parajes únicos en España y casi en Europa", como explica Miguel Ángel Murillo, ambientalista aficionado que también forma parte de la plataforma. La declaración puede parecer aventurada, pero los escarpes esconden en sus paredes halcones, alimoches y comunidades vegetales gipsícolas.

En el paraje confluyen tres zonas protegidas. Por un lado, la Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA) de los montes de Zuera, y por otro, dos Lugares de Importancia Comunitaria (LIC): El Castellar y los sotos y mejanas del Ebro. "Debería ser accesible al público porque ni se valora ni se respeta, y deberíamos protegerlo", indica Murillo. "Todas las reservas requieren de planes de sensibilización", añade Giménez, "y que no se pueda acceder limita su protección y su capacidad educativa".

Historia de la Reconquista

Una relevancia natural a la que hay que añadir la arqueológica. "El Castellar fue la gran atalaya física que utilizaron los caballeros medievales para tomar el valle del Ebro y Zaragoza durante la Reconquista", explica Belén Boloqui, profesora emérita de Historia del Arte y Patrimonio de la Universidad de Zaragoza y presidenta de Apudepa, colectivo también involucrado.

En los escarpes, de hecho, se encuentra el antiguo castillo de El Castellar, ahora en ruinas. Según Boloqui sería útil abrir la zona para profundizar en su estudio: "Es necesario que haya una apropiación de este espacio para disfrutar de su memoria". Además del castillo, también se encuentra el antiguo poblado de El Castellar y ruinas diseminadas de otras construcciones históricas.

La plataforma ha abierto una petición de firmas en Actuable y una página en Facebook, donde se puede encontrar toda la documentación sobre los escarpes. En cualquier caso, todo depende de Defensa. Fuentes de la delegación del ministerio en Zaragoza afirman que cuando se produzca la petición se realizará un estudio de viabilidad. "El límite natural siempre es muy bueno para las maniobras, porque hay disparos y explosiones", revelan. Desde la plataforma esperan tramitar la solicitud dentro de poco. "Somos optimistas", sostiene. Del ímpetu de la iniciativa depende abrir los Escarpes al uso público.