Silencio, luto, espera... La femenina procesión de la Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores recorrió ayer el Casco Histórico portando a hombros el paso de la Virgen de la Soledad, de Carlos Palau. Como un paso previo a la resurrección, la cofradía rezó ante el Santo Sepulcro a mediodía. La Soledad. Como la de la Virgen tras la muerte de su hijo.

Esta congregación, fundada en 1866 por un grupo de mujeres devotas de la Virgen en la parroquia de San Pablo, sigue siendo exclusivamente femenina, la única en Zaragoza de estas características. De hecho, los hombres que las acompañan son denominados hermanos y solo se encargan de llevar el paso. El luto es su emblema y su anagrama es un corazón blanco coronado por unas llamas y atravesado por una espada dorada. En la cabeza, una cofia negra que sujeta un manto de luto les tapa también la cara. Como negros también son guantes, zapatos y medias.

Este fue uno de los platos fuertes de la jornada de ayer. Pero no el único. Cientos de zaragozanos y de visitantes acudieron ayer a venerar al Cristo de la Cama de la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, una de las imágenes zaragozanas de más belleza y con una apasionante historia.

Desde primera hora de la mañana y hasta el final de la tarde, todos aquellos que lo desearon pasaron por la iglesia de San Cayetano para venerar a un Cristo que podría datar del siglo XVI. Fue la única que sobrevivió a Los Sitios gracias a una mujer, María Blázquez, quien salvo a la imagen de su destrucción. Unas huellas de bayoneta y una herida de bala son testigos.