Las escuelas infantiles de Aragón de titularidad privada atraviesan un gran momento de incertidumbre con el coronavirus y el progresivo desconfinamiento. «La situación es muy preocupante porque el Gobierno central nos dice que podemos elegir entre abrir y seguir cerradas, pero, a la vez, se nos advierte, incluso por parte de la DGA, de que nos obligarán a cerrar en cuanto se detecte el primer positivo», subraya Maite Sánchez, propietaria de Reino Menudo, en Rosales del Canal, y miembro de la Patronal Aragonesa de Centros de Educación Infantil (Pacei).

Si reabrieran y tuvieran que volver a cerrar, se enfrentarían de nuevo a las regulaciones de empleo y a la paralización de pagos. La situación actual, con cero ingresos, ha hecho que los propietarios de escuelas privadas hayan recurrido a la solicitud de créditos ICO.

«No nos dan garantías ni podemos darlas porque es imposible garantizar la distancia entre niños y entre estos y el profesor», afirma Sánchez, que aseguró que la patronal tiene grandes deseos de volver a la normalidad.

El cierre masivo de estos centros, afirman en Pacei, ha llevado a la proliferación de negocios para pequeños entre 0 y 6 años que no cumplen la normativa y que constituyen una competencia ilegal. «Se da el caso de pisos particulares donde se juntan varios niños pequeños sin ninguna medida de seguridad y sin ninguna titulación para ejercer este trabajo», añade Sánchez.

Su marido, David Torres, que ha difundido un vídeo por las redes sociales en el que denuncia el «abandono» de las escuelas infantiles por parte de los poderes públicos, también considera que el ofrecimiento del Gobierno es una trampa. «Nos cerrarán en cuanto un niño tenga tos», manifiesta.

Desde su punto de vista, entre el coronavirus y el intrusismo profesional, el mundo de las escuelas infantiles se enfrenta a un panorama de «cierres masivos» y de paro para los profesionales.

«La educación infantil es un sector maltratado, es algo que, pese a atender las necesidades de la infancia en una etapa vital, merece la misma consideración que el cambio climático, del que todo el mundo habla pero nadie hace nada», lamenta Torres.

De ahí que, ante la amenaza permanente de cierre, todos las aulas y los patios de recreo de estos centros escolares estén desoladamente vacíos.