La temporada turística de Aragón empezó realmente ayer. La visita de Felipe VI y doña Letizia a Jaca y San Juan de la Peña, dentro de su recorrido por la España recién salida del confinamiento, fue interpretada por el sector hotelero y hostelero, así como por los representantes políticos, como un espaldarazo de la institución monárquica al sector servicios, puntal de la economía nacional.

El presidente de Aragón, Javier Lambán, lo resumió diciendo que la visita de los monarcas servirá «para contrarrestar la mala publicidad» derivada de la «necesaria vuelta atrás de cuatro comarcas en la provincia de Huesca», limítrofes con Lérida, al detectarse días atrás nuevos casos de coronavirus. El máximo responsable autonómico hizo estas declaraciones en San Juan de la Peña, cuna del reino de Aragón y primera etapa del viaje de los Reyes. E inscribió la visita dentro del objetivo de «reanimar el país y la economía y potenciar la vuelta a la normalidad». Por eso, subrayó, «nunca les agradeceremos bastante la visita» tras «el desastroso efecto de la pandemia».

Felipe y Leticia llegaron al monasterio a las 11 de la mañana para inaugurar un espacio expositivo sobre el Conde de Aranda, secretario de Estado de Carlos IV, que se encuentra enterrado en el monasterio y de cuyo fallecimiento se han cumplido tres siglos. Los monarcas recorrieron el cenobio a paso rápido, acompañados por su guía, José Luis Solano, que se acaba de jubilar.

Se da, además, la circunstancia de que el propio monasterio cumple este año cien años desde su declaración como sitio natural en 1920, una figura de protección. Pero, como lamentó el presidente de Aragón, ninguna de las dos efemérides ha podido celebrarse debidamente por la irrupción del covid-19.

Tras ver el claustro, la iglesia románica, el panteón real y dos capillas, los Reyes se dirigieron a Jaca, donde tenían una cita con el los representantes del sector turístico de Aragón, desde los responsables autonómicos a los cargos que están al frente de los hoteles, campings, balnearios y restaurantes y bares, a nivel autonómico y provincial.

Pero antes, a mediodía, hicieron una rápida gira por el casco antiguo de la ciudad, pasando por la calle Mayor, la de Echegaray y los Porches de la Catedral, a la que entraron acompañadas por su directora, Belén Luque.

Antes de penetrar en el templo pudieron contemplar la bandera blanca que ondea en el campanario de la catedral, que en tiempos medievales significaba, curiosamente, que en la ciudad no había peste, con el fin de tranquilizar a peregrinos y otros visitantes.

Los monarcas entraron en el templo y su estancia allí duró escasos minutos, dado que toda la visita se hizo a paso ligero por unas calles con abundante público que les aclamaba y con banderas engalanando los balcones.

Durante su paso por las calles se oyeron aplausos espontáneos y gritos de «¡Guapo!» y «¡Guapa!», pero todo dentro del respeto de la distancia social. En pocas ocasiones don Felipe se acercó a los ciudadanos y chocó el codo con alguno de ellos que insistía.

En la movilización popular de Jaca, el PP local tuvo un papel importante, dado que días antes había enviado una circular en la que instaba a los ciudadanos a salir a las calles a recibir a los monarcas y a adornar ventanas y balcones con la bandera nacional. En la calle Mayor, una niña pequeña se destacó entre los asistentes, se acercó a los monarcas y les entregó un ramo de flores.

Otros grupos políticos del consistorio de Jaca, gobernado por el PSOE, se desmarcaron del evento, como es el caso de Chunta. Además, en alguna calle de Jaca se exhibieron banderas republicanas y un grupo de jóvenes ondeó esta enseña al paso de la comitiva en la rotonda situada a la entrada de la ciudad, paso obligado para ir a la pista de hielo, en cuyo vestíbulo tuvo lugar la reunión entre los monarcas y los representantes de la DGA y del sector turístico a nivel comunidad y provincia.

Este encuentro duró 45 minutos durante los cuales Letizia y Felipe formularon preguntas, tomaron notas y se interesaron por la marcha de la economía.

Los monarcas salieron de la reunión sobre las dos de la tarde y posaron junto a todos sus interlocutores. Un grupo de niños y niñas de la Escuela de Verano, junto con sus monitoras, les aclamó y consiguieron que Letizia y Felipe les saludaran con la mano antes de dar por terminada la visita.

El evento llenó por unas horas de vida las calles de la ciudad pirenaica, donde ya se aprecia la llegada de veraneantes. Las terrazas estaban animadas y había ambiente en los restaurantes, de forma que la visita real puede tener el efecto de lanzar todavía más el impulso turístico.

Lambán llegó con retraso debido al incendio de un vehículo en Monrepós

El incendio de un vehículo en el interior de uno de los túneles del puerto de Monrepós obligó a cortar el tráfico ayer por la mañana en la autovía A-23, en sentido Francia. En concreto, el siniestro se produjo en el kilómetro 389 de la citada carretera en torno las 8.30 de la mañana. Desde Tráfico se informó de que no hubo que lamentar daños personales, aunque sí materiales. El tráfico estuvo interrumpido hasta que se pudo retirar el vehículo de parte de la calzada, cuando ya eran cerca de las 9.30 horas. El carril derecho de la autovía, no obstante, aún permaneció cortado un rato más.

El incendio provocó que el presidente de Aragón, Javier Lambán, llegase 30 minutos tarde al Monasterio de San Juan de la Peña, donde atendió a los medios poco antes de la visita de los Reyes. En sus primeras palabras, Lambán pidió perdón por el retraso que explicó como un «incidente». No se encontraron con el mismo problema los Reyes de España, que se desplazaron hasta tierras altoaragonesas en helicóptero y aterrizaron en el horario previsto antes de comenzar su visita por los monasterios románicos y saludar a decenas de curiosos en las calles del centro de Jaca.

Un control exhaustivo

Efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional ejercieron ayer un control exhaustivo de la seguridad durante la visita real. Agentes de la Benemérita custodiaban todos los caminos forestales que confluyen en el monasterio, mientras que en Jaca un cordón policial vigiló que el público no sobrepasara el espacio que tenía destinado. En lo alto de la catedral, en uno de los vanos del campanario, un agente armado escudriñaba el entorno sin perder detalle.