La cita será el próximo martes en Zaragoza; a una distancia de 1.079,5 kilómetros de París y a 322,4 kilómetros de Madrid. Durante unas horas, la capital aragonesa va a centralizar, en pleno puente de la Constitución, toda la atención política y mediática con la cumbre al más alto nivel que celebrarán los Gobiernos de España y Francia.

Además del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y del francés, Jacques Chirac, se espera la asistencia de hasta 16 ministros de ambos países que abordarán una agenda apretada en la que ocuparán un lugar destacado la Constitución europea y la lucha contra el terrorismo. El Gobierno aragonés confía igualmente en que haya un respaldo público de España y, especialmente, de Francia a varios proyectos reclamados por Aragón, como la reapertura del Canfranc y el túnel ferroviario de baja cota por el Pirineo central. También se espera un gesto de Francia a favor de la candidatura de Zaragoza para albergar la Exposición Internacional del 2008.

En política exterior, la cumbre de Zaragoza va a permitir a España consolidar el giro hacia Francia propiciado por Rodríguez Zapatero desde su llegada a la Moncloa, tras una etapa en la que el Gobierno de José María Aznar dio la espalda al país vecino --incluso se permitió dar lecciones de gestión económica a Chirac-- y viró hacia Estados Unidos. Los ocho años de Aznar supusieron un enfriamiento en las relaciones con Francia y Alemania, en beneficio del eje atlántico de Bush y Blair.

VUELTA AL DIALOGO Zapatero ha optado en los poco más de ocho meses de vida de su Gobierno por recomponer el clima de diálogo y entendimiento con el país vecino y sumarse así al potente eje franco-alemán. Zapatero se reunió recientemente con el canciller alemán, Gerhard Schroeder, en una cumbre hispano-alemana en León. Y el próximo martes hará lo propio con Chirac, con quien ya mantuvo un primer encuentro en Madrid a finales de marzo, durante los funerales de las víctimas del 11-M. En aquella ocasión, Zapatero y Chirac acordaron la celebración de su primera cumbre bilateral en otoño en Zaragoza con la que pretendían hacer visible el inicio de esta nueva etapa de cordialidad en las relaciones de ambos países. Fue el propio Zapatero quien transmitió al presidente aragonés, Marcelino Iglesias, en el encuentro que celebraron ambos en julio pasado en la Moncloa, la propuesta de la cumbre en la capital aragonesa.

Un anuncio que Iglesias recibió encantado porque vio con la designación de Zaragoza una ocasión de oro para poner a la capital aragonesa en el mapa internacional, en un momento clave por la proximidad de la designación de la sede de la Expo. El presidente aragonés también confió en poder desbloquear los principales proyectos de infraestructura más demandados por Aragón y que permanecen bloqueados porque Francia no está interesada en acelerarlos. Para el Gobierno galo, la reapertura de la línea ferroviaria del Canfranc ha dejado de ser prioritaria, y tampoco tiene prisa en iniciar la ejecución del proyecto del túnel ferroviario de baja cota a través del Pirineo central (conocido como el túnel del Vignemale). Y mucho menos está por la labor de impulsar la construcción de una autovía al otro lado del túnel del Somport, para acabar con el cuello de botella de vehículos que se produce ahora en la sinuosa carretera que discurre por las poblaciones del sur francés.