España (y Aragón) están en alas de la incertidumbre, como el halcón en la canción de Manolo García, sin que se sepa muy bien quiénes son los halcones y palomas de este incierto cielo político que a todos nos pretende cobijar con sus ángeles y demonios, querubines y adanes.

Vemos, leemos, oímos estos días en los medios la palabra incertidumbre como definitoria del momento, de una rentrèe política en la que todo son preguntas, a cuál más comprometida, sin respuestas claras a corto plazo y tal vez también sin solución hasta ese medio horizonte de las elecciones de mayo, para las que ya se ha dado banderín de salida. España siempre está en pre--campaña, de ahí la incertidumbre, lo incierto, vaporoso, lo escasamente sólido y vago de sus estrategias y objetivos. ¿Habrá reforma constitucional con Pedro Sánchez? No se sabe. ¿Reforma de la financiación autonomía? No parece. ¿Reforma del Código Penal? No se insiste. ¿Pacto por la Educación? El curso comienza sin acuerdos. ¿Referéndum en Cataluña? Podría ser, o no, vaya usted a saber, dependiendo de la pregunta a formular, si se vota un nuevo Estatut, u otra cosa, mortadela o fuet... ¿Y qué sucederá con nuestra política internacional? ¿Estamos con los americanos o con los rusos, con Maduro o con Macri, con los judíos o con los palestinos, con los indios o con los vaqueros...? Estamos, en fin, como en la canción de Manolo García, en alas de la incertidumbre.

Respecto a Aragón, todo son igualmente grandes incógnitas.

Pedro Sánchez, que habla con Torra a todas horas y ya estudia las nuevas demandas de Urkullu para el País Vasco todavía no ha tenido a bien recibir al presidente de Aragón. Es triste que las autonomías constitucionalistas sean una y otra vez preteridas, aplazadas por estos gobiernos en tradición de correturno. Y es, desde luego, anticonstitucional, que unos territorios mantengan claras ventajas sobre otros. Si la idea de España del nuevo PSOE es un país federal, mal vamos.

Veremos si Lambán es capaz de obtener de Sánchez las inversiones necesarias para modernizar nuestras infraestructuras, sectores productivos, abrir mercados y generar puestos de trabajo. Si no es así, su sillón se tambaleará frente a la oposición de una derecha dispuesta a extender hasta Aragón, en su reconquista, la muralla de Ávila de Pablo Casado.

Incertidumbre, he ahí la palabra.