El desmantelamiento de un cementerio para edificar sobre las antiguas tumbas puede producir efectos desagradables, como ya ocurrió hace más de 80 años en el zaragozano Campo del Sepulcro cuando se construyó la estación del Portillo. Durante cierto tiempo, los cadáveres afloraban a la superficie para consternación de los ciudadanos.

Algo parecido ha ocurrido con el antiguo cementerio de la localidad turolense de Cucalón, junto a la vieja iglesia parroquial, sobre el que hace ocho años se construyó un parque para deleite de los vecinos con subvención de la Diputación de Teruel.

Allí entró la pala excavadora y se tuvo buen cuidado en meter los restos óseos que se encontraban en varios sacos para después enterrarlos en el nuevo cementerio. Los otros escombros se trasladaron a un paraje próximo al molino, donde fueron vertidos.

Sin embargo, las excavadoras tienen escasas prestaciones como elemento seleccionador y más de un hueso se quedó entre las tierras removidas. Con el tiempo y la remoción de la escasa capa que los cubría por el viento, estos restos han aflorado a la superficie.

Vecinos de la comarca que paseaban hace unas semanas por la zona se sorprendieron al descubrir tibias, peronés y algún cráneo mezclados con los escombros.

El alcalde de la localidad, José Gimeno, manifestó su sorpresa cuando este periódico le comentó el hallazgo. "Ningún vecino debe de conocer estos hechos porque nadie ha comentado nada y parece extraño que después de tantos años se destapen los restos", explicó el primer edil.

Gimeno, de 64 años, no recuerda haber visto en funcionamiento el viejo cementerio desde que tiene uso de razón. "Estaba totalmente abandonado y, por lo que a mi me consta, no había allí ningún enterramiento desde hace más de cien años", afirmó.

Para datar la antigüedad del cementerio puede servir de orientación la de la iglesia aledaña que, al paso que lleva, se derrumbará algún día sobre la cabeza de los feligreses. Según el alcalde, "la torre original era un torreón de vigilancia en tiempos de la ocupación sarracena", por lo que la zona de oficios debió de añadirse tras la reconquista del lugar por las armas cristianas y el comienzo de los asentamientos.

A tenor de las costumbres, el cementerio empezó a poblarse de tumbas en esa época, pero nadie en esta localidad de 93 habitantes censados recuerda cuando entró en desuso. Los restos de la escombrera son pués parte de la historia primitiva de Cucalón, como lo es la derruida torre de la iglesia, que ninguna institución se ha interesado en restaurar pese a los persistentes requerimientos del ayuntamiento y de los vecinos.

"Parte de la torre se vino abajo en 1940 y hace 40 años reconstruimos la iglesia, dejando el arreglo de la torre para mejor ocasión. Siempre que preguntamos a las instituciones si se va a hacer algo dicen que no hay dinero, que hay problemas de presupuesto, y estamos convencidos de que la mitad que queda de la torre se caerá algún día sobre la iglesia. Confiemos en que no haya nadie dentro cuando esto ocurra", dice Gimeno.

El alcalde no se pronunció sobre el futuro de los huesos, "porque habrá que saber si son humanos", aunque es de esperar que la solución no se retrase tanto como las instituciones en ponerse a recuperar la torre de la iglesia.