Aún no se conocía el texto exacto que iba a salir publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) cuando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Aragón anunciaron que ya habían preparado las labores de vigilancia e información correspondientes al anunció hecho ayer por Pedro Sánchez. No había tiempo que perder en la noche en la que la comunidad entraba en alerta 3 y se implantaba el estado de alarma. Todo de golpe.

Ayer fue el último día para muchos bares, casi todos los que protestaban por la mañana y que por la tarde, entre indignación y tristeza, veían cómo se escapan las últimas horas de la vieja nueva normalidad. A las 23.00 horas, la realidad era melancolía bajo la lluvia en Zaragoza. Las calles habían quedado semivacías mucho antes de que el confinamiento fuera obligatorio, con esa especie de aire pesaroso que desprende la realidad que viene. Ya está aquí. Aragón encendió las luces rojas a principio de la semana e impuso el jueves los cierres perimetrales en sus poblaciones más significativas. Ayer llegó el último toque, en este caso de queda, que el presidente del Gobierno pidió convertir en «restricción de movilidad nocturna».

En la comunidad, de momento, se mantiene el horario restrictivo entre las 11 de la noche y las 6 de la mañana, una franja que, en principio, se mantendrá en los próximos días con cierta lógica, por aquello de dar un margen de tiempo para llegar a sus domicilios a aquellos que hagan uso de la escasa hostelería. Ya se sabe, solo terrazas y al 50%. No obstante, desde el Gobierno de Aragón explicaron que habrá un estudio sobre la conveniencia de mantener la citada banda de restricción, que podría variar en dos direcciones: de 22.00 a 5.00 horas y de 00.00 a 7.00. En cualquier caso, si la DGA quisiera cambiar el horario sería a través de un decreto del presidente Lambán.

El único elemento realmente distinto entre los artículos del estado de alarma y el decreto ley aragonés de nivel de alerta 3 se halla en la posibilidad de realizar un confinamiento autonómico, que debería producirse también a través del presidente del Gobierno aragonés. Contaría también con excepciones como la asistencia a centros sanitarios, educativos o laborales, entre otras razones.

La mayoría de artículos publicados ayer en el BOE ya se contemplaban en la última resolución autonómica. El estado de alarma, que ha entrado en funcionamiento ayer a las 23.00 horas, y el nivel 3 de alerta, a medianoche, no son incompatibles.

En el Ejecutivo aragonés se acogió el anuncio de Pedro Sánchez con espíritu colaborativo. «La declaración del estado de alarma facilita aún mas la posibilidad de establecer medidas para luchar contra la pandemia que, de otra forma, resultan imposibles de implantar, entre ellas algunas desde el punto de vista asistencial o sanitario que se irán concretando», argumentó en un comunicado en el que recordó que el estado de alarma, «junto con nuestro decreto-ley proporcionan a la autoridad sanitaria herramientas sólidas, potentes y predecibles para combatir la pandemia dando seguridad a los aragoneses y total coherencia a la acción de los Gobiernos de Aragón y de España».

Desde las filas del PP, su presidente, Luis María Beamonte aseguró que primero quiere conocer «cómo y qué se va a aplicar» en Aragón. «Las restricciones tienen que venir acompañadas de medidas efectivas, tanto en el ámbito sanitario como en el económico. Eso es lo importante y en eso es en lo que debe centrarse el Gobierno de Aragón».

Por su parte, el vicepresidente del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, manifestó que es fundamental «unir fuerzas en la lucha contra la pandemia». En este sentido, el presidente del PAR señaló que es «bueno» reforzar todo tipo de medidas legales, jurídicas, administrativas y otras, que permitan superar la situación «manteniendo a raya» al virus. «El Gobierno de Aragón ha tomado y viene tomando decisiones y ha desarrollado sus propias capacidades, las que marca el Estatuto de Autonomía de Aragón, desde donde trabajaremos con el Gobierno de España para reforzar la lucha» contra el coronavirus.

Pero no gustó a todos. Unas 200 personas se concentraron por la tarde en la plaza España de Zaragoza para mostrar su disconformidad con las medidas adoptadas. La concentración no había sido comunicada, pero transcurrió sin incidentes.