El Gobierno ha autorizado la licitación de un contrato de conservación y explotación de carreteras del Estado por un importe global de 22,87 millones en varios sectores de la provincia de Huesca. El contrato de trabajos de conservación y explotación se extiende a las carreteras N-123, N-123a, N-123b, N-230 y N-260.

La primera de ellas, la N-123 (y sus variantes a y b) une Barbastro con Benabarre, por lo que constituye un medio de acceso al valle de Arán que recorre la parte más oriental de la provincia de Huesca.

Sus variantes siguen el contorno Este y Oeste del embalse de Joaquín Costa o Barasona y terminan en la localidad de Graus, donde se fusionan con la travesía urbana y la autonómica A-139.

Se trata de unas carreteras de gran importancia para el sector turístico que atraviesan una zona de relieve complicado, en particular en el congosto de Olvena.

Su inicio se sitúa en la variante de la ciudad de Barbastro y gran parte de su valor como nexo de comunicación reside en que une las tierras del río Cinca con las del Ésera. En Benabarre, enlaza con otra nacional, la N-230, que sube de Lérida al Pirineo catalán.

Las actuaciones permitirán mejorar el asfalto y la corrección de determinadas curvas, así como la señalización. En todos los casos, las tres carreteras presentan las características de las nacionales, en cuanto a arcenes y anchura, salvo en los tramos más estrechos.

La N-230, a su vez, recibirá otra parte de la inversión prevista. Se trata de una actuación muy esperada, pues constituye una vía con una elevada tasa de siniestralidad tanto en la sección aragonesa como en la catalana, donde se conecta con el nuevo túnel de acceso al valle de Arán.

En algunos puntos resulta muy estrecha y en otros, los más sinuosos, se suceden túneles excavados en la roca, con un trazado que no facilita su ampliación. Durante años se ha barajado su conversión en autovía a partir de Lérida, pero el proyecto avanza despacio y se enfrenta numerosas dificultades técnicas.

La N-260, por su parte, recorre el norte de Huesca paralela al Pirineo. Une el Cantábrico con el Mediterráneo y, con los años, se ha convertido en un eje fundamental para garantizar la permeabilidad entre las comarcas del norte de Aragón, en especial desde la construcción del tramo, de unos 25 kilómetros, entre Sabiñánigo y Fiscal.

Su problema más urgente es la estrechez en gran parte de su recorrido por el Sobrarbe, si bien algunos tramos fueron ampliados años atrás. Es una vía fundamental para acceder al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.