--¿Por qué no han cumplido el acuerdo de financiación con la Universidad de Zaragoza?

--Vamos a ver... El acuerdo de financiación se firma in extremis en marzo al final de la legislatura y después de muchos años de bonanza. Durante ese tiempo se ha tenido a la universidad en una situación de precariedad. De hecho el presupuesto no había crecido al ritmo de las titulaciones. Pero es cierto que el rectorado puede hacer un esfuerzo de racionalización de su gasto y sobre todo en la consecución de nuevos ingresos. Algo que no está en la mano de los centros educativos. Ya nos gustaría haber podido darle más dinero a la institución, pero no sé si eso es lo que ahora requiere la sociedad, porque la universidad tiene capacidad para ser más eficiente y generar más recursos propios.

--Pero el Gobierno no ha cumplido con su parte.

--Este año se ha mantenido la financiación básica. No hemos podido cumplir. Donde más problemas puede haber es con las infraestructuras. Pero ahí la universidad debe asumir su responsabilidad cuando ha decidido hacer unas obras y no otras. O cuando ha iniciado actuaciones que estaban por encima de sus posibilidades. Y eso nos condiciona ahora. Los técnicos ya han mantenido las primeras reuniones para abordar cómo se puede resolver el presupuesto.

--Su discurso ha dado un giro de 180 grados. Cuando estaban en la oposición reclamaban más dinero para la universidad y criticaban que se pidiesen más esfuerzos al rectorado. Ahora en cambio es todo lo contrario.

--Ahora hay que hacer de la necesidad virtud. Todas las áreas han tenido que hacer esfuerzos. Somos conscientes de que la universidad necesita más. Pero el momento para hacerlo era la época de bonanza. Hay que valorar la posibilidad de captar empresas privadas.

--¿Y hay que subir las tasas hasta el máximo permitido?

--El margen que da el Consejo de Universidades es entre el 3 y el 7%. No estamos hablando de disparar los precios. En el curso anterior el Gobierno de Aragón se quedó en la cota baja. Otros optaron por el 7%. Esto puede suponer un aumento en la captación de recursos de en torno a los dos millones de euros. Igual no resuelve todos los problemas, pero palía algo. Yo creo que este año hay que subirlo hasta al 7%. La media de lo que cuesta una carrera oscila entre los 800 euros y los 1.200, cuando el coste real está entre los 8.000 y los 12.000. El desfase es tan importante, que es insostenible. Y eso tiene que venir acompañado por una buena política de becas.

--Pero si se aumenta del 3 al 7% una parte hay que dedicarlo a becas, por lo que no todo son ingresos para la universidad.

--Ya se está dedicando una parte. También el ministerio destina una cantidad importante.

--¿No se han gestionado bien las infraestructuras universitarias?

--El plan de infraestructuras de la universidad lo hizo el anterior Gobierno. Figuraban algunas obras prioritarias. Una de ellas era la Facultad de Educación y la otra Filosofía y Letras. Yo creo que la gran prioridad debía ser esta última. Pero quizás con un proyecto menos ambicioso y menos costoso, pues el actual asciende a 27 millones. En la primera revisión se ha reducido casi a la mitad.

--¿Y el proyecto de Educación también le parece excesivo?

--No sé si en la universidad ha habido cierta tendencia a hacer muchos edificios singulares, muy grandes y con elementos que los encarecían y los hacían incluso menos funcionales. Esta obra siguió adelante con el impulso del Rectorado y sin tener los recursos suficientes y recurriendo a deuda propia. Eso es lo que está lastrando las cuentas.

--¿Y qué margen de maniobra tiene la universidad ahora porque parece que no podrán hacer ni siquiera el presupuesto del 2012?

--Yo creo que después de la reunión con los técnicos, esa dificultad ha desaparecido. Se tendrá que hacer un presupuesto restrictivo. Pero la universidad es un organismo autónomo y tendrá que buscar sus propias soluciones. No puede pasar la patata caliente al Gobierno. Todos nos hemos tenido que ajustar.