Paola Sanz ha compaginado durante meses el trabajo con la preparación de las oposiciones. Ha intentado organizar su día a día en función del examen de hoy y asegura que está «tranquila», aunque en los últimos días empiezan a aparecer los nervios. «Ahora estoy leyendo tranquilamente todo el temario, como si fuera una historia. Lo que no haya logrado aprenderme ya no creo que lo vaya a conseguir en una sola noche», dice.

Aspira a una plaza en Educación Infantil y realizará la prueba en el instituto Miguel Catalán de Zaragoza. «Es mi primera oposición, ya que justo cuando terminé la carrera hubo una convocatoria de plazas, pero por cuestión de tiempo y fechas me resultó imposible presentarme», cuenta la joven de 27 años. Por eso, durante estos años ha estado trabajando en una escuela infantil, pero siempre con la oposición en mente.

De hecho, asegura que de un tiempo a esta parte no ha tenido «vida social» porque todo lo ha centrado en prepararse bien. «Lo más duro ha sido compatibilizar trabajo y estudio», asegura. También fue a una academia, donde aprendió técnicas de estudio y le guiaron con las pruebas, pero ha sido en su casa donde más ha hincado los codos. «Le estoy dedicando todas las tardes, cuando vuelvo de trabajar, entre tres y cuatro horas intensas», explica. «Sé que es difícil conseguir una plaza, ya que somos muchos, pero además en mi caso no tengo la experiencia ni los puntos de otros. Esto es una carrera de fondo y por eso voy tranquila, quiero vivir la experiencia de cómo es una oposición. Si apruebo, bien. Si no, a esperar la siguientes», añade.

Sanz, que asegura que se ha estudiado los 25 temas teóricos («algunos mejor que otros», matiza), cree que «la mayor incertidumbre» la generan los casos prácticos, que serán esta tarde. «Creo que son la parte más subjetiva», dice. Su pareja, también docente y ya con plaza, ha sido quien más le ha animado. «Me ha echado una mano y me ha ayudado a ser constante», asegura la joven.