"Estoy muy contento y creo que podemos estar muy orgullosos de cómo se han desarrollado hoy las cosas". Era la opinión de José Iguacel, uno de los vecinos de Artieda que se concentraron ayer para rechazar el inicio de las expropiaciones en el pueblo. Sus conciudadanos sentían que habían ganado una primera batalla a la Confederación Hidrográfica del Ebro y al Ministerio de Medio Ambiente.

Los habitantes del municipio mantuvieron en todo momento un actitud pacífica. Pero se sintieron "atacados" por el ministerio. "Han venido a por nosotros, es un castigo por la oposición que hemos mantenido siempre a esta obra", apuntaba Iguacel.

Los vecinos tienen a gala haber sido siempre respetuosos en su lucha. Ayer, las palabras fueron duras y los gestos, decididos. Pero el ambiente fue pacífico. "Los vecinos de Artieda se han comportado fabulosamente", decía Ana María Márquez, una mujer de 58 años vecina de la localidad afectada que, desde una silla, estaba dispuesta a permanecer allí "todo el tiempo que haga falta". Al ver partir a los técnicos, añadía: "No me fío nada de ésos; son capaces de volver".

Según iban pasando las horas, a bajas temperaturas y con un cielo encapotado, los vecinos se las ingeniaban para darle a la mañana un carácter reivindicativo. Un bombo, varias cacerolas, cornetas y consignas acompañaban a los himnos militares y discursos franquistas que sonaban por la megafonía para criticar la política hidráulica.

Se ofreció embutido a los presentes, incluidos los agentes de la Guardia Civil, que previamente habían recibido un folleto de la Asociación Río Aragón en el que se explicaban las afecciones del recrecimiento y las acciones legales emprendidas. Los guardias civiles fueron obsequiados con una pegatina de Yesa no .

Mientras, los técnicos de la CHE aguardaban en el interior de su vehículo. Poco a poco, los vecinos de Artieda rodearon el coche y lo llenaron de pegatinas. Al final, espejos retrovisores, ventanillas, faros, antenas y buena parte de la carrocería acabaron "luciendo" esta reivindicativa estampa. La Guardia Civil ni si quiera intervino.

Al final, el vehículo de los técnicos se vio obligado a moverse para dejar paso a otros dos de particulares que querían salir. Sobre las once y media de la mañana, dos horas después de llegar, se fueron.

Los tres vehículos de la Guardia Civil que habían acudido "por razones de seguridad" les siguieron. Los aplausos se hicieron esperar lo justo. "Hay que ser precavidos", apuntaban. Después, todos respiraron más aliviados, pero pensando en la jornada de hoy.

Llamamiento

El alcalde de Artieda, Luis Solana, valoraba lo sucedido: "Esto es la respuesta de un pueblo ante algo que siente como un atraco". Se sentía "orgulloso" del pueblo. "Con esta dignidad y con esta fuerza yo creo que nunca podrán con nosotros", apuntaba.

Solana quiso agradecer el apoyo de particulares y colectivos participantes y reiteró su llamamiento para la concentración del próximo domingo en Artieda.