«Es necesario escuchar a estos muertos que están con la boca abierta pidiendo justicia». Martín Arnal se encontró la semana pasada cara a cara con el esqueleto de su hermano tras más de 80 años de separación. La foto, publicada en las redes sociales, ha removido conciencias. Un anciano de 97 años, con boina y bastón, observa con tristeza una fosa recién exhumada. En su interior los restos de cinco fusilados por el franquismo. Pero cuando la zanja quede descubierta al completo habrá muchos más. Todos con un tiro en la cabeza. Uno de los cuerpos es el de Román. Un joven de 24 años asesinado en julio de 1936. Su delito fue haber participado en las colectivizaciones agrarias impulsadas por la CNT en Angüés.

Martín Arnal es un luchador por la causa de la memoria histórica. Tras la derrota en la guerra civil se exilió a Francia. Y desde entonces, con sus libros y charlas públicas ha trabajado para recobrar la dignidad de los muertos. «Las fosas han estado olvidadas, no hemos tenido justicia», lamenta.

Con los trabajos del pasado jueves 11 en el cementerio de Los Mártires, al lado de Huesca, los viejos recuerdos han regresado. «He pasado una semana muy mala», reconoce. Se muestra sorprendido por la repercusión de la foto, pero feliz por la sensación de labor cumplida. «Son cosas tan graves que tenemos que tomarlas con calma», matiza.

El cementerio se llenó de cadáveres, muchos de ellos vecinos de Angüés, como represión por las colectividades que en muchas zonas de Aragón se pusieron en marcha en los meses previos al estallido civil. De hecho, en la zanja descubierta en Huesca han quedado muchos restos pendientes de una próxima excavación. Pero es algo que cuesta dinero y la voluntad de las administraciones públicas siempre es dudosa. «Es España tras tantos robos estamos en la ruina, pero es necesario pensar en lo que pasó», reclama Arnal. Por el momento están identificados también Fabián Alsina Soliva y Ramón Bonet Buil, ambos del pueblo.

MILITANTE DE LA CNT

Román, nacido en Angüés el 9 de agosto de 1912, era un activo militante de la CNT y fundador del grupo Bakunin de la FAI de esta localidad. Según la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (Arico), él fue uno de los 23 vecinos detenidos por la Guardia Civil e ingresados en la prisión provincial de Huesca el 24 de julio de 1936, una semana después de que estallara el golpe de Estado.

Martín explica que su hermano mayor, de nombre José, también desapareció en las mismas fechas por sus actividades anarcosindicalistas. Tenía 26 años y solo recuerda que lo sacaron de casa con las manos atadas con alambres en varios furgones llenos de presos conducidos por «falangistas y requetés con la ayuda de los caciques del pueblo». Sospecha que pasó por varías cárceles, pero su pista se ha perdido con la ampliación de otro de los cementerios de Huesca. «No había justicia ni había nada», asume.

Con la repercusión de la fotografía que le han tomado espera que se modifique la visión que se tiene sobre la guerra civil y el bando de los vencidos. «Mi padre transmite pocas cosas, pero siembre ha tenido esta gran voluntad para luchar contra el olvido», relata su hija Juana.

Esta semana los movimientos memorialistas han descubierto más parcelas de olvido. A finales de septiembre se llevó a cabo otra campaña, pero en este caso promovida por el Círculo Republicano Manolín Abad. La excavación se inició pensando en exhumar únicamente los restos de Constantino Campo y del cuerpo que estaba en el mismo enterramiento. Pero durante los trabajos han aparecido otros dos cuerpos que ahora será necesario identificar. Para lograrlo han pedido la colaboración de familiares y vecinos.

Por su parte, la Asociación Memoria Histórica Batallón Cinco Villas está trabajando estos días en el cementerio de Rivas, junto a Ejea de los Caballeros. En las fosas se encuentran asesinados de Uncastillo, Luesia, Biel, Tauste o Ainzón. Los fusilamientos se produjeron, según la agrupación memorialistas, en un corto espacio de tiempo, entre el 24 de septiembre y el 23 de octubre de 1936. Las víctimas pueden llegar al medio centenar. Parte de la financiación llegará de la DPZ y del consistorio de Ejea. «Estas personas no pueden seguir tiradas en las fosas», afirman.

Por el momento Martín mantiene la esperanza mientras ve con tristeza cómo las fosas, poco a poco, dejan ver lo que ha estado oculto tantos años.