Forman parte de una élite de jóvenes que han sido capaces de romper una barrera aparentemente infranqueable para la mayoría de los que alguna vez se han planteado expresarse en otro idioma distinto al español. No son cobayas ni bichos raros. Rubén, Alejandro, Inés, Diego, María Eugenia, Carlos, Julia, Álvaro, Almudena... son solo algunos de los ejemplos de estudiantes que han sacado partido del sistema Professional Training System (PTS), diseñado por el centro de enseñanza ModLang de Zaragoza, creada en 1986.

La eterna asignatura pendiente de los españoles sigue siendo el aprendizaje de los idiomas y el inglés es el paradigma de esa frustración. Desde el "relaxing cup" olímpico, hasta el reciente "oit point" en Eurovisión, no son pocos los ejemplos de representantes nacionales que han quedado en evidencia en foros internacionales. Mientras el gran pelotón de los torpes retoma una y otra vez con hastío el verbo to be, estos chicos han sido capaces de alcanzar cotas de excelencia en la lengua inglesa sin olvidar sus obligaciones y aficiones... y sin gran esfuerzo. "Pienso en inglés y a veces comprendo las cosas mejor en ese idioma que en español", comentó Diego Revilla, quien a los quince años ya tiene el Advanced (C1) con la nota máxima. "Hablo en inglés sin ser consciente. A veces me da vergüenza y bajo el nivel si me preguntan en clase", reconoció María Eugenia Gibanel, que con 17 años alcanzó el nivel Proficiency (C2), la cima del inglés.

¿Pero cómo lo hacen? A través de un programa de enseñanza personalizada en el que se analizan las necesidades, los conocimientos asentados y los vicios adquiridos por cada estudiante. En 2005 lanzó una campaña de captación que ha dado excelentes resultados. De su análisis y de la sistematización de más de 40.000 expedientes de los más de 9.000 alumnos que han pasado por el centro, se ha creado un mapa lingüístico cognitivo del estudiante de inglés, ("perfectamente exportable a la enseñanza reglada", a juicio de Esteban de la Cruz, director del centro), en el que se diseccionan las fortalezas y las debilidades de cada estudiante y se trazan rutas de enseñanza. "Al principio no entendía cómo los británicos en dos años hablaban español y yo no avanzaba tras 14 años estudiando inglés", recuerda De la Cruz, quien lamentó la "titulitis" de profesores y alumnos, "en lugar de ir adquiriendo niveles", desmitificó los viajes al extranjero como panacea para dominar un idioma y el bilingüismo sin un profesorado bien formado.