De los dieciséis veranos «extremadamente secos» identificados por expertos geógrafos en el noroeste de la Península Ibérica a lo largo de los tres siglos anteriores, un total de seis han tenido lugar en el último decenio.

Esta es la principal conclusión a la que han llegado los integrantes de un grupo de geógrafos de la Universidad de Zaragoza tras una investigación iniciada hace ya dos décadas para reconstruir el clima del pasado a partir del crecimiento radial de los árboles más viejos de España. Según informó el campus, las investigaciones desarrolladas han permitido constatar a los miembros del grupo que los seis últimos estíos más secos corresponden al periodo 2003-2013, una frecuencia «sin precedentes» en las tres centurias precedentes.

Los árboles más antiguos investigados por los especialistas del campus aragonés identifican los veranos de los años 2003, 2005, 2007, 2012 y 2013 entre los más calurosos registrados en el periodo de tiempo referido. Los resultados de la investigación, hecha a partir de las muestras obtenidas en 774 árboles de las especies Pinus Syvestris y Pinus Uncinata localizados en la cordillera Ibérica, se han publicado en la revista Geophysical Research Letters, una de las cinco con más impacto a nivel internacional.

En la elaboración del estudio, titulado Reconstrucción de las sequías de verano en el noreste de España desde 1734 a partir del crecimiento radial de los árboles, han colaborado investigadores de la Universidad Johannes Guttenberg de Mainz (Alemania). A juicio de los investigadores de Zaragoza, las sequías constituyen un fenómeno «recurrente» en ambientes mediterráneos, y aunque la actividad del ser humano y los propios sistemas naturales se han adaptado a esta situación, un incremento en su frecuencia, magnitud e intensidad debido al cambio climático podría afectar de forma significativa a la sostenibilidad del conjunto. Consideran los geógrafos que la longitud de los registros climáticos instrumentales, los medidos en estaciones meteorológicas, alcanzan un máximo de 100 años, una periodo que valoran como «insuficiente» para evaluar la posible «excepcionalidad» del clima actual.

MADERA / Por esta razón, consideran «necesaria» la información obtenida a partir de la medición de la madera tardía, «la más oscura generada en las fases finales del crecimiento anual del árbol» y la que ha propiciado la reconstrucción de las sequías de verano registradas en el noreste de España desde las primeras décadas del siglo XVIII. «Es la primera vez en Europa que un grupo de investigación reconstruye, a partir de este parámetro anatómico de los árboles, el índice estandarizado de evaporación y transpiración, referido en este caso a los meses de julio y agosto», señalaron.

Los resultados obtenidos, coincidentes con las tesis de investigaciones hechas para el centro de Europa y el norte de África, apuntan a la excepcionalidad de las sequías del tramo final del siglo XX y de los primeros años del XXI en el contexto de las últimas centurias. Algo que atribuyen a la «persistencia y posición» del anticiclón de las Azores, consistente con los resultados del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que apunta a que esta tendencia puede mantenerse a lo largo de las próximas décadas.