La línea 2 del tranvía de Zaragoza ha salvado un auténtico match ball en las últimas semanas, especialmente en la votación celebrada en el último pleno del ayuntamiento en el que se debatió la supresión de la partida de 100.000 euros del presupuesto municipal con la que se había puesto en marcha el concurso público para la elaboración del estudio de viabilidad y redacción del anteproyecto y proyecto. Lo que estaba en juego era, más que decidir el destino de esos recursos, la única opción que existe de que toda la línea o una parte de ella pueda estrenarse en la próxima legislatura. Al menos atendiendo al calendario marcado por los técnicos en el que, por otra parte, obliga a iniciar esos estudios, como muy tarde, en el próximo mes de enero. Si no, tampoco dará tiempo.

El cronograma establecido para que se cumpla ese objetivo en el eje este-oeste, en cualquiera de las variantes que se decidan a partir de ese estudio de viabilidad, marca que serán necesarios 22 meses de obras para la ejecución de los trabajos, un plazo similar al que salió a licitación con la línea 1, aunque luego la contratista logró reducirlo --no en su oferta sino durante su ejecución-- a apenas 18 meses en la primera y segunda fase.

Teniendo en cuenta que para el procedimiento administrativo para la adjudicación de las obras de construcción harán falta entre cinco y seis meses, encargar los trabajos y realizarlos requerirá como mínimo de 28 meses, así que el concurso público se calcula que como muy tarde se convocará para el primer trimestre del 2017.

Para llegar a esa fecha, la empresa a la que se le adjudique la elaboración de los estudios de viabilidad, anteproyecto y proyecto debería empezar a trabajar en ello mucho antes de las próximas elecciones. Al menos si no rebaja el plazo de 25 meses marcados en el pliego de condiciones por el que ahora están pujando en concurso público. Así, o comienza a hacer efectivo su cometido antes del mes de febrero del 2015, o no dará tiempo a ajustarse a ese cronograma.

Pero queda más trabajo por hacer. Por ejemplo la revisión del Plan de Movilidad de Zaragoza, que debería aprobarse en paralelo y que, con toda probabilidad, se apoyará en el resultado que se obtenga en esos estudios de la línea 2. Entre otras cosas, por la apuesta de por dónde irá el Urbos 3 en la escena urbana.