—¿Qué significa para usted recibir la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown?

—Para mí es un orgullo tremendo y una satisfacción enorme, pero al mismo tiempo una gran responsabilidad porque representaré a la academia española y a la Universidad de Zaragoza.

—¿Cuáles son las actividades docentes e investigadoras que llevará a cabo en Georgetown?

—Voy a analizar desde las relaciones europeas con el norte de África, el Magreb y el Sahel, de gran importancia para España, hasta las consecuencias del Brexit, que es también una cuestión muy candente en estos momentos. En investigación hay temas de terrorismo internacional, radicalización, extremismo o temas jurídicos como el reconocimiento de nuevos estados en la Unión Europea o las secesiones. Lo fundamental es trasladar a los estudiantes de aquella universidad la percepción europea. Además tiene una parte institucional, pues hay que dar a conocer la ciencia de las universidades españolas.

—¿Qué le impulsó a presentarse en esta convocatoria?

—La motivación última fue un desafío personal. Me pregunté si una profesora de una universidad de provincias puede presentarse y diseñar un proyecto que resulte atractivo en Georgetown. Entonces me puse manos a la obra, me entusiasmé y ahora tengo ganas de comenzar.

—Es la primera vez que un docente aragonés consigue la cá- tedra Principe de Asturias y además es mujer.

-Creo que solo ha habido una mujer, pero nadie de la Universidad de Zaragoza ni tampoco de Derecho. Es una cátedra que habitualmente ha estado ocupada por sociólogos, historiadores, politólogos, pero nunca por juristas. Por ambas razones estoy doblemente satisfecha

—Mañana se celebra el día de la mujer. ¿Le ha resultado difícil compaginar su vida familiar y el desarrollo profesional?

—No me he sentido discriminada en ningún momento, pero reconozco que el esfuerzo que tiene que hacer una mujer para llegar a una posición determinada es mucho mayor, por razones familiares, sociales y porque el entorno es el que es. Hay que demostrar muchas más cosas, resolver muchísimos obstáculos y hacerlo muchísimo mejor que cualquier hombre para llegar a estos puestos. Queda mucho por hacer.

—¿Qué cree que podrá aportar a su regreso al campus aragonés?

—Profesionalmente es enriquecedor cambiar de contexto cultural y trabajar con estudiantes de otras procedencias. Las universidades anglosajonas y las americanas llevan fama de ser las mejores, aunque también las más exigentes desde el punto de vista académico. En ese sentido, me va a aportar unos conocimientos y una manera de trabajar distintos a los que utilizamos en España, una metodología investigadora diferente y luego eso podré aportarlo en mi puesto de trabajo en la Universidad de Zaragoza.

—Viaja a EEUU. ¿Qué opina del reciente veto a las personas procedentes de países islámicos o la creación del muro con México?

—Comparando esas políticas con las europeas, que tampoco son muy favorables, es una oportunidad para contrastarlas, pero sobre todo para definir qué perseguimos. EEUU tradicionalmente ha sido un país rico, no solo desde el punto de vista económico, sino por la variedad de gentes que ha acogido de todos los países del mundo. Los mejores informáticos de la India están allí, por ejemplo. Por lo tanto sería un poco miope cerrar esas posibilidades. Y lo cierto es que el muro con México ya existe, por lo que el presidente Trump querrá hacerlo un poco más largo.

—¿Es posible que la nueva política de Trump cambie las alianzas y las relaciones internacionales?

—Pueden cambiar en cualquier momento y un cambio en la presidencia de un país puede tener sus efectos. Y si ese país es el más importante del mundo hay más posibilidades. En todo caso, una relación más cordial o menos tensa con Rusia, por ejemplo, tampoco tiene porque afectar a Europa. Pero sí que puede ser útil para darnos cuenta que no podemos ser permanentemente dependientes de EEUU en temas de seguridad. Tenemos capacidad suficiente para tener una defensa más o menos autónoma, por si en un momento esas alianzas cambian y es necesario que Europa se defienda a sí misma.

—Entonces, ¿la OTAN está obsoleta? ¿Sería mejor establecer una alianza europea prescindiendo de la parte atlántica ?

—El papel de la OTAN es una cuestión que se ha formulado desde que acabó la Guerra Fría. Para los europeos, tradicionalmente ha sido la alianza militar y defensiva por excelencia. Hay países que se consideran mejor defendidos dentro de la OTAN que dentro de una UE liderada por Reino Unido, que parece que va a salir, Francia, en mal momento económico, o Alemania, que por motivos históricos no es una opción cómoda. Además EEUU es el país que más medios tiene para garantizar la defensa.

—¿Cuál es la solución contra el terrorismo en Europa?

—Hay que intercambiar más información entre los servicios de inteligencia de los países miembros. Aunque existe la Europol, en los casos recientes de atentados terroristas en Europa hemos visto disfunciones y falta de información y comunicación entre las policías nacionales-

—¿Qué opina sobre lo que está ocurriendo con los refugiados?

—El acuerdo político que los jefes de gobierno tomaron no se ha concluido con la transparencia adecuada para determinar si es un acuerdo de la Unión Europea o es un acuerdo de los estados con Turquía. En cualquier caso, estamos poniendo en cuestión determinados derechos fundamentales de los migrantes. La situación en Turquía no es la idó- nea para ellos, y una vez entran en Europa se les está devolviendo allí. Europa se desentiende de una situación humanitaria y eso se podría llevar al Tribunal de Derechos Humanos. Turquía recibe un dinero para atender a esos migrantes, y la UE cierra los ojos ante la realidad. Además, hay estados que ni siquiera aceptan los demandantes de asilo. Europa hace caso omiso y luego se rasga las vestiduras porque otros no cumplen los derechos humanos.