El diestro Miguel Ángel Perera, con tres orejas en el esportón, ofreció hoy una gran exhibición de mando, capacidad y torería en el último festejo de la Feria del Ángel de Teruel, en el que el francés Sebastián Castella paseó un apéndice.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Juan Manuel Criado, terciados y blandos. El sexto, el más toreable.

Juan Serrano "Finito de Córdoba", silencio y silencio.

Sebastián Castella, silencio y oreja.

Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas.

La plaza tuvo dos tercios de entrada.

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PERERA, CONTRA VIENTO Y MAREA

"Finito" sorteó en primer lugar un blando ejemplar de Juan Manuel Criado con el que no pasó de los detalles sueltos. Y menos si cabe en con el remiso y parado cuarto, al que fue imposible hacerle faena, y con el que optó por ser breve.

Castella no pasó de discreto con su flojo primero, al que diseñó un proyecto de labor de lo más anodina e insulsa, y en la que dio un auténtico sainete con los aceros.

Una oreja paseó Castella del quinto por una faena de tanto calado como poca consistencia, ya que el animal se acabó enseguida y el argumento de Castella para alcanzar el triunfo estuvo en los "efectos especiales" en la distancia corta y en la efectividad con la espada.

A Perera, en cambio, si se le vio la actitud y la disposición de no dejarse ganar la pelea bajo ningún concepto.

A su primero no le sobraron las fuerzas, pero no fue óbice para que el extremeño, en un alarde de colocación, tiempos, alturas y distancias, consiguiera sacar agua de un pozo vacío, logrando así una más que meritoria oreja.

La faena al que cerró plaza fue apoteósica. El toro fue el que más se prestó, pero lo que hizo Perera fue algo muy grande. Faena siempre a más, presidida por el temple, la quietud y el trazo largo de los muletazos, y con momentos cumbres como los naturales que pegó sobre la diestra o los siete cambios de mano por la espalda seguidos en un palmo de terreno con la plaza ya echando humo.

Le gente se lo pasó en grande, tanto que no tuvo en cuenta el pinchazo previo a la estocada final para concederle las dos orejas.