El profesor titular de la Universidad de Zaragoza y responsable de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, Fernando Gomollón, ha subrayado el "considerable aumento" de la incidencia de esta patología en casos pediátricos.

Así lo ha puesto de manifiesto con motivo de la jornada anual dedicada a pacientes sobre la "Situación sobre la Enfermedad Inflamatoria Intestinal en Aragón", organizada por la Fundación Aragonesa para el estudio y apoyo a la EII (ARAINF) y ACCU Aragón.

Cada año se diagnostican más de cien casos nuevos al año solo en pacientes adultos, por lo que en España son ya más de 130.000 las personas que padecen EII, 4.500 de las cuales se localizan en Aragón, Comunidad que cuenta con especialistas en esta materia en todos sus hospitales y con un equipo multidisciplinar (enfermería, médicos, cirujanos y otros especialistas) en varias unidades.

Según Gomollón, el diagnóstico precoz, el tratamiento temprano, la monitorización y la adhesión al tratamiento son claves en el control de los síntomas para un mejor pronóstico de la enfermedad, limitar los daños e incluso lograr que "la enfermedad pase la mayor parte del tiempo en fase quiescente".

Aunque la EII puede afectar a personas de cualquier edad, los expertos afirman que el pico más alto de aparición se sitúa entre los 15 y los 30 años, por lo que afecta predominantemente a gente joven, con vida activa y en el inicio de las relaciones sexuales.

A este respecto, según señalan los organizadores de la jornada en una nota de prensa, basados en un estudio Europeo, el 80 % de los pacientes con EII manifiesta alguna alteración sexual y las mujeres con enfermedad de Crohn mantienen relaciones sexuales con menor frecuencia que la población general y padecen mayor número de dispareunia y candidiasis.

Laura Marín, enfermera especialista en EII en el Hospital Germans Trías i Pujol de Badalona, explica que la depresión es "el factor de riesgo que más se relaciona con las alteraciones sexuales".

Y es que, el 75 % de estos pacientes ven alterada su imagen corporal a causa de los efectos secundarios de los tratamientos y las cirugías, si bien, Martín, coautora de dicho estudio, advierte de que el problema es "aun más grave" para los pacientes jóvenes que aun no tienen una pareja estable porque la enfermedad "les puede condicionar mucho a la hora de relacionarse con otras personas".

Es por lo que esta enfermera propone invitar a los pacientes a hablar de sexo en las consultas, para poder detectar posibles alteraciones, solucionar problemas y mejorar su calidad de vida.

Durante la jornada, el dietista-nutricionista, biólogo y profesor de Ciencias la Salud en la Universidad de San Jorge, Juan Revenga, ha incidido en los aspectos de la nutrición y el riesgo que presentan de determinadas recomendaciones e intereses comerciales.

Según Revenga, la alimentación puede alterar la evolución y sintomatología en relación con el diagnóstico ya que "alimentos que podrían ser normales o incluso recomendables para la población sana pueden estar condicionados en este grupo de población".

Debido a que esta enfermedad no responde a un mismo conjunto de síntomas y signos en todos los pacientes "su alimentación ha de ser observada desde el prisma de la más dedicada personalización", destaca Juan Revenga.

También ha advertido de los riesgos de dietas restrictivas que en el caso de esta enfermedad "son aún mayores o cuando menos más probables".

Revenga recomienda por ello "rodearse de un equipo sanitario que en todos los niveles, empezando por su médico y acabando por el dietista-nutricionista", ser empático con la situación y sensato en sus recomendaciones.

La Enfermedad Inflamatoria Intestinal es una patología de etiología compleja y mediada inmunológicamente, cuyos síntomas son muy variados y suelen incluir la diarrea con sangre o el dolor abdominal y que con el tiempo puede llegar a producir discapacidad.

Durante el desarrollo de la enfermedad se pueden presentar complicaciones, tanto intestinales (oclusión intestinal, fístulas, abscesos, deficiencias nutricionales, etc.), como extraintestinales (dermatológicas, reumatológicas, oculares y hepatobiliares).

El curso de la enfermedad es impredecible, con periodos de remisión y recaídas que, en muchos casos, llegan a requerir hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas.

Según Arainf, la cronicidad de la enfermedad, los controles periódicos, un tratamiento farmacológico continuado y la posible necesidad de intervenciones quirúrgicas tienen una gran repercusión en la vida familiar, laboral y social del paciente y condicionan considerablemente su percepción de salud y su calidad de vida.