La Expoferia del Sobrarbe cerró ayer sus puertas con una sensación de éxito en su nueva edición. Los más de 10.000 visitantes contabilizados confirman «el interés por los productos autóctonos, por lo que se está haciendo en el entorno rural», según manifestó la responsable de Desarrollo Rural de la Diputación de Huesca (DPH), Maribel de Pablo.

La cita comercial, como es tradicional, tuvo lugar en el castillo de Aínsa, que esta edición ha ampliado su espacio hasta los 9.300 metros cuadrados, de forma que abarca hasta parte del aparcamiento adyacente.

La feria, que cuenta con la financiación de la DPH, apostó por la agroalimentación ligada a la agricultura y ganadería, sectores que este año se han compaginado también con el medioambiental.

En un primer balance de todos los implicados, el mayor éxito de la iniciativa ha sido «la diversificación de la actividad rural», como destacó el alcalde de la localidad, Enrique Pueyo.

La XXXII edición de esta feria, rescatada de la época medieval por el Ayuntamiento de Aínsa y un grupo de emprendedores locales, contó con jornadas ganaderas, expositores vinculados a la producción agroalimentaria, la artesanía, el turismo o la automoción, además de talleres de ocio y actividades muy ligadas a la conservación del entorno natural.

En la parte ganadera, se han visto las variedades autóctonas del Pirineo, principalmente ovino, pero también vacuno, caballar, gallina de Sobrarbe, burros, patos o el latón de La Fueva, mientras los agricultores, junto con el Geoparque de Sobrarbe, mostraron la variedad de la despensa alimentaria con productos de la huerta de Guaso, Arro, Morillo de Tou, panadería y bollería de Labuerda, carne de Aínsa, mermeladas de Silves, licores artesanos de Sarvisé, patés de Espierba o frutos rojos de Bielsa.

Hubo premios tanto para los ganaderos Iván Puyuelo, de Oncíns, Joaquín Borruel, de Rañín, y José Manuel Lanau, de Los Molinos en el concurso comarcal. Y en el de los hortelanos resultaron reconocidos Carlos Baselga, de Guaso, y Celia Cárceles, de Banastón,

En total, en la feria tomaron parte 115 expositores y se celebró una comida popular con 180 personas. Este año, la ternera pirenaica ha sido una de las estrellas y se han enseñado las diferentes formas de guisarla.

La jornada de cierre, como viene ocurriendo desde el 2015, contó con una marcha solidaria contra el cáncer con la participación en la mañana de ayer de 250 personas y por la tarde se organizó un pasacalles medieval que tuvo muchos espectadores.