La zaragozana M. G. E. iba para figura del tenis femenino cuando, alrededor de los 17 años, dejó de practicar el deporte que era su pasión. Ni su familia sabía ni ella misma quería recordar por qué. Pero hace 12 años, mientras se duchaba, su mente desbloqueó lo que había enterrado, "como si le hubiese echado cemento", y recordó en forma de flashback fotogramas de las violaciones a las que, según recuerda, la sometió el que por entonces era su entrenador, M. S. D..

Es lo que cuenta la joven, que hoy tiene 32 años, y que denunció las agresiones el año pasado, tras diez años de tratamiento psiquiátrico y otro con un especialista en este tipo de casos.

DENUNCIA

En realidad solo pudo denunciar una violación, la única que no ha prescrito legalmente, y que según su denuncia tuvo lugar en Vigo en 1998, cuando ella tenía 16 años. El Juzgado de Instrucción número 2 de la ciudad gallega investiga el caso, en el que ya declaró el imputado.

Este negó los hechos y cualquier tipo de relación especial con M. G. E. De hecho, afirmó que ni siquiera estuvo en el torneo WTA de Vigo, lo que corroboró otro entrenador aragonés. Por ahí es por donde pretende atacar el abogado de la denunciante, Julio Albarrán, que llamó a declarar a una compañera de la tenista, que también vio al imputado en el torneo, y que apoyó que este le daba clases particulares a la supuesta víctima.

M. G. E. no parece confiada en que el caso llegue a juicio. Sabe que tras tantos años no solo apenas pueden probar la presencia del imputado en Vigo. Pero su objetivo es que al menos la Real Federación Española de Tenis, para la que hoy trabaja M. S. D., le aparte del trabajo con menores "o le tengan muy vigilado". "No deseo que esto le haya pasado a nadie más, pero si hay otras víctimas, les pido que denuncien", añade.

Según su denuncia, el primer episodio que recuerda sucedió cuando ella tenía 13 años y su presunto agresor 27. El entrenador se ofreció a darle clases particulares --algo que él niega-- y, en una de las ocasiones pasó a recogerla por el colegio, en lugar de llevarla la Federación la llevó al Parque Grande. Tras una charla sobre su buena evolución en el tenis, y de unos ejercicios, la violó en el coche. Era "como un padre" para ella y apenas se atrevió a decirle que le gustaba un chico, para que no volviese a hacerlo.

Dos años después --lo recuerda porque ETA acababa de asesinar a Miguel Ángel Blanco--, el entrenador insistió a sus padres para que aquel año se alojara con él en un hotel de Calahorra, en lugar de en tiendas de campaña como en otros torneos. Durmieron en la misma habitación (él dice que eso no era "práctica habitual") y volvió a violarla tras meterse en su cama.

El último episodio, el único que por plazos ha podido denunciar, ocurrió en 1998, acudió con otras dos compañeras, un entrenador de la Federación Aragonesa y dos de la estatal --entre ellos estaría M. S. D., que no lo admite-- a Vigo, para un torneo WTA. Se alojaron en un hotel, y él, siempre según la versión de esta, la llamó a su habitación "para preparar el partido". Allí le hizo un masaje y volvió a violarla, advirtiéndole que "él lo negaría todo y yo quedaría como una mentirosa". M. G. E. enterró los episodios hasta que se colaron en su mente mientras estudiaba segundo de carrera.