NACIMIENTO MAR DEL PLATA (ARGENTINA), 1979.

CARGO CONSULTOR DE LA COMISION NACIONAL GRIEGA DE TELECOMUNICACIONES E INTERNET.

TRAYECTORIA LICENCIADO EN DERECHO POR LA UNIVERSIDAD DE MAR DEL PLATA. POSTGRADO EN LA UNIVERSIDAD QUEEN MARY DE LONDRES.

Con apenas 25 años, Ezequiel Domínguez es ya un experto en materia de delitos informáticos. Con gran elocuencia, trata de mostrar toda la dimensión de un problema cuya rápida propagación no parece tener techo. Ayer participó como conferenciante en el Congreso sobre Digitalización y Administración de Justicia, que se celebra en la Universidad de Zaragoza y que concluye hoy.

--Virus, chantajes, tráfico de drogas, hurtos, pornografía infantil... La cantidad de delitos que se cometen en internet es enorme, ¿no?

--Sí, por supuesto. Todo está superpotenciado en internet. Y la persecución de estos delincuentes se complica en la red, por lo que muchos eligen esta vía para actuar.

--Los delincuentes informáticos suelen operar desde países donde no hay legislación al respecto, pero sus acciones repercuten directamente en otros estados donde sí se han tipificado determinadas prácticas. Una buena manera de evitar a la Justicia...

--A los países donde este tipo de prácticas no se han regulado les llaman los paraísos de los criminales informáticos. Un ejemplo es Filipinas, desde donde actuó la persona que extendió el virus love bug , que afectó a 5 millones de usuarios, a la Nasa y a la propia CIA. No pudieron procesarle. Por eso, la Unión Europea debe lograr que los países de reciente incorporación se integren dentro de las iniciativas adoptadas, que no se conviertan en paraísos de este tipo y que haya una cooperación fluida entre las autoridades judiciales y las Fuerzas de Seguridad.

--Imagino que el retraso de estos estados es mayor respecto al resto de la Unión Europea...

--Sí, pero no es tecnológico en estos casos, porque en cualquier lugar se puede conseguir un ordenador. Igualmente, muchas de las herramientas para cometer estos delitos se bajan gratuitamente de la red: virus, bombas contra sistemas de seguridad...

--Usted defiende la idea de legislar de forma más específica y de crear procedimientos legales concretos y juzgados especializados. ¿Es necesaria también una mayor formación de las Fuerzas de Seguridad, ante su clara incapacidad?

--Por supuesto. Además de instruir ya a los jueces, los gobiernos también deberían promover cursos para las Fuerzas de Seguridad. Por ejemplo, deben aprender a tratar las pruebas de un delito informático, porque en estos casos son intangibles y mucho más difíciles de analizar. Además, no hay testigos.

--¿La solución pasa por dar forma a una normativa global y por aumentar la cooperación?

--Claro que sí. La Convención de Crímenes Informáticos apunta hacia esta idea, pero aún hay grandes diferencias culturales y políticas. Por ejemplo, esta convención nació en Europa y de ella formaron parte Estados Unidos, Canadá y Australia... Pero a la hora de incluir las iniciativas en las respectivas legislaciones, los estados tienen reservas, porque todos protegen su soberanía. Pero el problema es global. Ahora bien, al regular este tipo de actividades hay que tener cuidado y no atentar contra las libertades de los ciudadanos

--Se ha extendido la imagen de un delincuente informático que responde al perfil de un joven enfrascado en su ordenador. Pero ante casos como el del love bug, esa idea se viene abajo...

--No tenemos que dejarnos confundir con el estereotipo del hacker muy inteligente, joven y con gafas, porque detrás de las organizaciones que cometen estos delitos hay mucho dinero y tienen una gran capacidad para generar daño, aunque no han sido identificadas. Sin embargo, los hackers jóvenes copan más titulares de la prensa, porque son detenidos con más facilidad al dejar rastros de sus acciones.

--15.000 millones de dólares en Estados Unidos, 5.000 en el Reino Unido... El coste de estas acciones para las empresas es notable. ¿Los ciudadanos estamos indefensos?

--Nosotros tenemos nuestro dinero en las cuentas bancarias, realizamos transacciones o inversiones y suponemos que son seguras. Cuando son objeto de un chantaje o reciben amenazas de ataques informáticos a cambio de dinero, las empresas generalmente prefieren pagar en vez de avisar a la Policía y no hacen públicos estos hechos para no perder la confianza de los clientes. Los criminales lo saben, porque si se descubre la vulnerabilidad de los sistemas perderían mucho más.

--¿Podemos protegernos?

-- Todos somos vulnerables a estas acciones. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde, aunque lo único que podemos hacer es tener actualizados nuestros sistemas antivirus y restringir los contenidos si tenemos niños pequeños en casa. Poco más.