Dicen quienes estuvieron cerca de él en las últimas semanas que se sintió «profundamente orgulloso» del 8-M y de la reacción de la ciudadanía en la calle en defensa de la igualdad de la mujer. Así se lo hizo llegar a muchas de las compañeras con las que compartió buenos y malos momentos. Manuel López, exrector de la Universidad de Zaragoza y el único que tuvo un Gobierno paritario en la institución académica, falleció ayer, a los 72 años, víctima de un cáncer que en el último año no le alejó del campus ni del ámbito universitario.

El Paraninfo, el edificio que tantas veces recorrió y desde cuyo despachó peleó tanto contra las recortes y la falta de financiación, acoge hoy su capilla ardiente de 10.00 a 17.00 horas, de manera ininterrumpida.

López, doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, se convirtió en rector en el 2008. Cargo que ostentó hasta el 2016 y que compatibilizó en los últimos años con la presidencia de laConferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).

Cercano, comprometido, concienciado con el alumno y acérrimo defensor de la igualdad, siempre presumió, entre otras cosas, de que el porcentaje de estudiantes con alguna discapacidad en el campus aragonés estaba entre los más altos de España. Él, aquejado de una minusvalía visual, luchó para que la discapacidad no impidera el acceso a la universidad. También modernizó el campus, logró la implantación de nuevos grados y apostó por la internacionalización en investigación.

Premio Aragón / En el 2016, ya como exrector, fue pregonero de la Semana Santa de Zaragoza. Y, el año pasado, recogió el Premio Aragón 2017, concedido por un Ejecutivo autonómico con el que López logró retomar las buenas relaciones tras una etapa convulsa con el anterior Gobierno de Rudi, que negó al campus la financiación básica.

Su retrato, descubierto por él mismo en compañía de su mujer, ya figura desde entonces en el pasillo del Paraninfo junto a los colegas que le precedieron. Los reconocimientos a López por su contribución a la enseñanza pública no dejaron de sucederse tras su salida de rectorado. Uno de los más emotivos tuvo lugar cuando la comunidad educativa, políticos, periodistas y amigos le rindieron un homenaje.

Era abril del 2016. Y pasaban de las 12.30 horas cuando las puertas del salón se abrieron. Entre un sinfín de aplausos sonoros, la cara de López en aquel momento, sin dejar de sonreír, fue como la de un niño agradecido, emocionado y vergonzoso que asistía a una gran fiesta de cumpleaños. En su discurso obvió el papel e improvisó para terminar dando las gracias «por tanto». El público se puso en pie para vitorear a un hombre que amaba la buena educación, la enseñanza pública y la investigación.