El misionero zaragozano Alberto Ramón, de la orden de los claretianos, falleció ayer en Paraguay a la edad de 67 años, tras una vida dedicada a atender a las personas más humildes en localidades como Yhú y Lambaré.

Nacido en la capital aragonesa en 1951 y hermano del periodista zaragozano Manolo Ramón, el misionero se hallaba en el país suramericano desde 1979, tras ordenarse tres años antes. En Paraguay desempeñaba labores relacionadas con su vocación.

Además, Alberto Ramón impartía clases en la escuela nacional, motivo por el que tenía la doble nacionalidad española y paraguaya. La noticia de su muerte causó una honda conmoción en la comunidad claretiana a ambos lados del Atlántico y ayer se celebró un funeral en su memoria en la iglesia de Jesús y María, en la avenida de Goya de Zaragoza.

Llevado por su afán de acercarse todo lo posible a las gentes más humildes aprendió el idioma guaraní, cooficial junto al español en Paraguay. De esta forma, según escribió en un boletín interno de la comunidad claretiana en Aragón, se sentía más próximo a los habitantes del país, «sobre todo de los más humildes, de más edad y con menos estudios».

Ramón, que trabajaba con otros misioneros paraguayos y españoles, se encargaba de labores de catequesis en un centenar de poblados. Como él mismo explicó en el boletín de su orden, «el objetivo de la acción de los catequistas y misioneros es poder formar comunidades eclesiales de base que se organicen para la oración, la convivencia y la ayuda mutua». «Ya tuvimos grupos eclesiales de base en los años 90», explicaba, «pero se debilitaron porque se formaron, no espontáneamente, sino con la intención de la gente de abreviar el tiempo de preparación para los sacramentos de bautismo, matrimonio y otros».