La escasez de mano de obra se ha convertido en uno de los grandes hándicaps del sector turístico aragonés. El problema supone un verdadero quebradero de cabeza en el medio rural, donde los hosteleros tienen que hacer auténticos malabares para que sus trabajadores aguanten más allá de una campaña. «Encontrar gente ya es difícil y contratar personal formado casi una quimera; algo hay que hacer porque si no ofrecemos un servicio de calidad al final los turistas no vendrán y si los hoteles y restaurantes no encuentran trabajadores acabarán cerrando», advierte la vicepresidenta de la Asociación Provincial de Hostelería y Turismo de Huesca, Anabel Costas, que regenta un hotel en Tramacastilla de Tena.

En este mismo sentido se manifiesta el presidente de la Confederación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Aragón (CEHTA), Luis Vaquer, que subraya que la falta de mano de obra ya está influyendo en el crecimiento y la consolidación de algunos negocios en el medio rural. «No encontrar trabajadores durante las épocas de más demanda es un grave problema porque al final te impide seguir creciendo», lamenta.

La reactivación del turismo en la comunidad desde el año 2017 ha llevado la sector a batir sus récords en materia de empleo, lo que explica esos problemas de escasez de trabajadores. De hecho, el promedio de ocupados en hostelería y agencias de viajes durante los meses de junio, julio y agosto del año pasado se situó en Aragón en 39.966 trabajadores, lo que supone un aumento del 2,7% respecto al mismo periodo del 2017 y de casi el 10% en relación a hace una década. Este año, las cifras siguen creciendo: según los datos del Instituto Aragonés de Estadística, la afiliación media se situó en mayo (último dato disponible) en los 40.744 trabajadores.

Tras superar los 36.000 ocupados en el 2008 con el efecto de la Expo, el número de empleados en el sector turístico aragonés registró -a excepción de un leve repunte en el 2010- cinco años de descensos consecutivos hasta anotar la segunda cifra más baja en el 2013 (34.919).

Así, la pregunta que se realizan muchos hosteleros, sobre todo en las zonas rurales, es si Aragón dispone de mano de obra suficiente como para responder al crecimiento del sector. Los propios empresarios reconocen que la concentración de la actividad en unos pocos meses no ayuda a atraer a algunos profesionales. «Seguimos trabajando para desestacionalizar del todo el sector», subraya la gerente de la Asociación Turística Empresarial Valle de Benasque, Eva Bizarro. Sin duda, alcanzar ese objetivo sería crucial para vertebrar el territorio y mantener vivos muchos pueblos.

ALTA ROTACIÓN DE PERSONAL

Esa alta estacionalidad influye también en la calidad de los empleos y en consecuencia en el elevado índice de rotación de personal. En este sentido, CCOO Aragón advirtió la pasada semana del incremento de la contratación parcial en el sector, así como de la fuerte temporalidad y de los abusos en la prolongación de la jornada. De hecho, el sindicato denunció que la hostelería registra al año 375.000 horas extra no pagadas.

Sea como sea, los empresarios del sector indican que se podría hacer más para paliar esa falta de mano de obra, sobre todo en materia de formación. «Urge crear un gran centro de FP en Zaragoza, porque solo está el de Miralbueno y hay chavales que se quedan fuera por falta de plazas», asegura Vaquer, que también lamenta que en la capital aragonesa no se puedan cursar grados superiores en esta materia.

Por otra parte, aboga por «repensar» los cursos para parados que oferta la DGA. En esta misma línea se manifiesta el presidente de la Asociación de Empresarios Turísticos de Teruel, Juan Ciércoles, que insiste en impulsar el proyecto de convertir la hospedería de La Iglesuela del Cid en un hotel-escuela, una propuesta que ya fue aprobada por las Cortes el año pasado.

Desde el sector se indica que los hosteleros del medio rural están tan cansados de formar a sus trabajadores que muchos piden directamente «que se traiga mano de obra de otros países».

Costas añade otro problema a la llegada de trabajadores a los negocios de las zonas rurales: la escasez de vivienda a unos precios asequibles. «Les cobran como si fueran turistas y eso no puede ser; algo tienen que hacer los ayuntamientos», señala Costas, que afirma que tres de los siete restaurantes que hay en Tramacastilla ya no ofrecen comidas por la falta de mano de obra.