Familiares de los doce vecinos de Murillo de Gállego (Zaragoza) que fueron fusilados la madrugada del 18 de septiembre de 1936 en un campo cercano a la localidad próxima de Agüero (Huesca), y depositados en unas fosas que tuvieron que cavar antes, recuperaron hoy los restos de sus parientes. Setenta y un años después de producirse el asesinato, las familias de las víctimas se reunían en el Ayuntamiento de Murillo de Gállego para recoger las doce urnas con sus restos, en un acto al que asistieron los máximos responsables de UGT en Aragón, Julián Lóriz, y del PSOE en Huesca, José María Becana.

En el vestíbulo de la casa consistorial de Murillo, y ante las miradas de los familiares y vecinos que se congregaron a la hora señalada, estaban colocadas las doce urnas con los restos de los fusilados. En una pequeña estancia interior, se celebró un breve acto en recuerdo de las víctimas en el que intervinieron el líder sindical y miembros de la Fundación Bernardo Aladrén, entidad constituida por UGT para la conservación de sus archivos que asumió el año pasado la responsabilidad de la búsqueda de los restos.

Las labores de rastreo en Campo Blasico, donde los vecinos más mayores de Agüero y Murillo tenían constancia de que se había producido el asesinato, comenzaron en diciembre de 2006 y concluyeron en julio de 2007 con la localización de tres fosas, cada una de las cuales contenía cuatro cuerpos. Para realizar la excavación, que se prolongó por espacio de meses hasta que se detectó la primera de las fosas, la Fundación empleó un sistema arqueológico de búsqueda que permitió asegurar la conservación de todos los cuerpos exhumados, que fueron objeto de un análisis antropológico en un laboratorio de Zaragoza.

Al inicio de la contienda, la localidad de Murillo de Gállego quedó ubicada en territorio franquista, hecho que provocó, como en otras poblaciones del país, el fusilamiento de personas que se relacionó entonces con la República, lo que otros vecinos de la población atribuyen a "viejas rencillas". La iniciativa de la excavación partió de los nietos de algunos de los fusilados con el fin de proceder a la identificación, recuperación y entierro de los restos de sus parientes, que serán finalmente depositados todos en una fosa común del cementerio de Murillo de Gállego.

Los vecinos de Murillo, que guardaban en su memoria estos hechos al estar la mayor parte relacionados con vínculos de parentesco o de amistad con las víctimas, vinculan la decisión de los familiares más directos a la Ley de la Memoria Histórica. Natividad Torralba, una vecina de Murillo de 76 años, fue testigo de cómo su abuelo era sacado de su lecho de madrugada para ser conducido, junto a otro grupo de vecinos, hasta el edificio consistorial, desde donde fueron trasladados al lugar donde se llevaron a cabo los fusilamientos.

Esta mujer aún recuerda que sobre las 05.00 horas de la madrugada de un día del verano de 1936, unas personas llamaron a la casa donde dormía con su abuelo y se lo llevaron descalzo hasta el ayuntamiento. "Al ver que no regresaba, bajé a por mi abuelo y lo vi sentado en un banco del Ayuntamiento, atado junto a todos los demás que fueron fusilados", entre ellos los concejales y otros vecinos de la localidad.