El farmacéutico es, en estos momentos, el personal sanitario más cercano de los ciudadanos. Durante el estado de alarma, se les atiende en la farmacia más próxima, dado que los centros de salud y hospitales centran sus esfuerzos en frenar el covid-19.

Esta atención es indispensable en el medio rural aragonés, donde estos profesionales amplían su labor a un papel social, informando y concienciando al vecino. El servicio es esencial para el abastecimiento médico y provoca que los farmacéuticos se expongan al riesgo de contagio. El problema llega cuando el personal sanitario enferma, ya que no hay sustitutos. Es el caso de un pequeño municipio de la provincia de Huesca -cuyo nombre el Colegio Profesional provincial prefiere no desvelar-, donde se ha cerrado la farmacia. «El propio farmacéutico tiene covid-19 y ahora el suministro se organiza con las poblaciones cercanas», explica Ángel Mas, presidente del Colegio. En otra farmacia de la provincia oscense, sus profesionales están aislados en cuarentena y es una auxiliar quien mantiene el suministro en esa población.

María José Julián.

Para evitar el contagio, las farmacias toman medidas de seguridad para proteger a sus profesionales y también a los ciudadanos. En Sena, en la comarca de los Monegros, la farmacéutica Mª José Julián mantiene la distancia y desde el mostrador se protege con una mampara. Además, «el colegio nos ha suministrado máscaras proporcionadas por Tecmolde», comenta la farmacéutica. En Sena no disponen de médico ni enfermeras, ya que la actividad se ha concentrado en Sariñena, y Julián también atiende el botiquín de Castelflorite, para evitar que, sobre todo las personas mayores, se expongan.

Farmacia de Calamocha.

Las pantallas también son un recurso solicitado en Calamocha, donde Mª Pilar Navarro espera que lleguen las enviadas por Somontano Social y otras empresas colaboradoras. «Llevo desde el día 12 de marzo tomando medidas y reclamando seguridad para las farmacias de Aragón», subraya Navarro. En la suya han colocado una pantalla de metacrilato en la puerta y no se accede al interior. Navarro también ha elaborado mascarillas con discos antibacterianos de lactancia y las ha repartido por ejemplo a las trabajadoras sociales de la comarca del Jiloca, quienes están en continuo contacto con ancianos. Y se encarga de abastecer por la localidad y otros pueblos de la zona haciendo un reparto por la mañana y otro por la noche.

Raquel del Moral.

Raquel del Moral regenta la farmacia de Villastar, municipio de la comarca Comunidad de Teruel, y apunta que los vecinos están bastante concienciados con la situación, pero también tienen miedo. Asegura que, al principio, muchos acudían para acopiar medicamentos, «pero ahora ya se han tranquilizado». Sus consultas por teléfono han aumentado, «muchos me preguntan y contrastan información que les envían por whatsapp», añade. Ella considera que son profesionales a primera línea, «estoy haciendo muchas veces la función del médico y no se nos tiene en cuenta, no aprovechan al profesional que está a pie de calle. Yo tengo asumido el riesgo que conlleva la profesión», concluye.

Eva Calatayud.

En esa misma comarca, en Santa Eulalia del Campo, Eva Calatayud defiende que los farmacéuticos son «el profesional sanitario más accesible para la población en el medio rural». Y explica que están pendientes de la población para avisar si alguien deja de ir a la farmacia o de sacar la medicación, ya que según la farmacéutica «es un motivo de alerta para ver si las personas que viven solas se encuentran en buen estado de salud».