Escritor

Mañana presenta en la Biblioteca Aragón su nueva novela, A la sombra del castillo (Certeza), una obra situada en Sos, donde se relata la historia de una familia desde primeros del siglo XX.

--Escribe una novela sobre Sos pero desde los cinco años reside en Navarra.

--Sí, en Sangüesa. Y he estado en el Pirineo navarro de profesor. Cuando la guerra, mi familia quedó destrozada y mi padre solo. Nos fuimos a Sangüesa, entre otras cosas, para que se ganara la vida como autónomo. Y aquí he vivido siempre.

--Entonces ¿este es un ejercicio de nostalgia?

--No lo he vivido personalmente, pero todo lo que se relata en el libro es fruto de la educación de mis padres, que eran grandes "charradores". Mi padre ejerció siempre de aragonés, nunca quiso ser navarro y a mí me dio esa educación, que me llevó a conocer la historia mejor que muchos de Sos.

--¿Qué pretende con la historia de este escolástico y Adriana?

--Reconstruir una etapa perdida, donde el castillo supone la autoridad feudal que llega prácticamente hasta el siglo XX.

--Adriana sueña con un mar que nunca ve...

--Sí, el personaje femenino es el contrapunto a todo un paisaje amarillo, de tierra y mieses. Adriana es azul porque sueña con el mar, como sueñan tantos aragoneses, y nunca puede cumplir su sueño de verlo...

--Hay un respeto al léxico aragonés en la novela.

--Sí, los aragoneses de la época hablaban así. Pero el libro no intenta ser nada localista. El fondo de la trama puede suceder en cualquier parte de España...

--Además del léxico se da un reconocimiento a situaciones curiosas, como el barato o el repatán.

--Sí, luego he visto que son asuntos que prácticamente sólo se han dado en Sos. El repatán es más que un patán; un chico entregado de niño a una familia, que se podía hacer con él lo que quisiera, todo el trabajo sucio. Y el barato es un matón, el más chulo del pueblo, que cobraba a los mozos por su seguridad.

--Ya que hablamos de Sos, allí se hizo La Vaquilla, la película de Berlanga.

--¡Uy! ¡Y se me llevan los diablos cada vez que la veo! Es como poner el dedo en la llaga. Habría que exigirle que ya que escoge un sitio donde la guerra fue tan dura, que al menos se ilustre sobre lo que pasó. Hay una adulteración del hecho real.

--¿Va a seguir escribiendo?

--Claro. Pero a mi ritmo, sin preocupaciones. En España, si comes de escribir pasarás hambre. Fui finalista del Felipe Trigo y del premio Lara de Sevilla que ganó Umbral, así que no lo debo hacer tan mal. Pero no se puede vivir de la literatura.