Chía vivió este sábado la quinta edición de la Feria de la Patata. Un acontecimiento gastronómico que no solo quiere dar a conocer la cosecha de este tubérculo único, sino también este municipio enmarchado en el valle de Benasque.

La fiesta de la patata comenzó muy madrugadora, a las 7.00 horas, cuando se prendió fuego la hoguera en la que se cocinó el recau con, entre otros ingredientes, 150 kilos de patatas. Mientras bullía a fuego lento este producto aragonés, la diputada del área de desarrollo de la Diputación de Huesca, Maribel de Pablo, inauguró la feria, felicitando a la asociación por haber sabido sacar adelante un proyecto como este en el que solo con cinco ediciones ha adquirido un renombre atractivo no solo para los habitantes de la comarca de la Ribagorza, sino también para los de fuera. También resaltó la importancia de impulsar proyectos que ayudan a reinventarse y a resistir y, por consiguiente, asentar población. Este pequeño municipio no llega al centenar de habitantes.

Además del apartado gastronómico, la feria presentó varias actividades como un mercado de artesanos, paseos a caballo a cargo del centro ecuestre La Barana, una exposición ganadera y actividades infantiles en las que la patata fue la protagonista.

MÚSICA

Este año hubo una novedad que tuvo una muy buena acogida, que fue la presencia de los Titiriteros de Binéfar. Los allí presentes quedaron encantados por poder disfrutar este producto ecológico en un frío día en el Pirineo y con este sonido tan aragonés.

Este año, a pesar de la sequía, los productores de la patata de Chía esperan comercializar unas 60 toneladas de este tubérculo que sigue siendo un gran desconocido. Cuenta con un certificado de respeto al entorno. El centro El Remos, de personas con discapacidad, sigue siendo el único comercializador de este producto.