La Fiesta del Rebollón y la Patata puso de manifiesto este fin de semana la división que vive el municipio de Litago. Según explicó el presidente de la Asociación de Vecinos y Amigos El Paso de Litago, Marcelo Reyes --organizadora de la fiesta--, el ayuntamiento concedió el permiso para la celebración de los actos pero "con condiciones muy restrictivas".

Entre estas "trabas", el consistorio les negó la utilización del alumbrado público --que sí habían utilizado otros años-- y les impuso una fianza de 300 euros para permitir que los actos se celebrarán en la plaza del Frontón, el lugar que se había utilizado hasta ahora.

Aun con todo, la fiesta se celebró este sábado, pero eso sí, en un bar privado, y en lugar de asar las patatas en una hoguera --como habían hecho hasta ahora--, terminaron por asarlas en una barbacoa. En cuanto al otro protagonista de la fiesta, el rebollón, tampoco salió muy bien parado. A causa de una nueva normativa local que restringía su recogida, los organizadores solicitaron 100 permisos para los invitados, pero el consistorio sólo les ofreció cinco.

Por su parte, la alcadesa del municipio, Rosa María Millán, explicó que estas medidas se tomaron porque la asociación organizadora no invitó al ayuntamiento a la fiesta. "Si nos hubieran invitado, muchas de estas cosas no hubieran pasado. El problema lo han creado ellos", indicó ayer la primera edil a este diario.

Según explicó la alcaldesa, son los miembros de esta asociación, compuesta por más de medio centenar integrantes --Litago cuenta con menos de 200 habitantes--, los que se han desligado de la vida social del municipio. De hecho, Rosa María Millán aseguró que muchos vecinos del municipio prefirieron no ir a la fiesta porque sus organizadores no han querido participar en otros eventos locales. La situación es tan preocupante que el año pasado --según indicó la edil-- la tensión provocó que la fiesta terminara en una riña vecinal.

El lío del rebollón

El BOA del 18 de septiembre publicó una ordenanza fiscal del ayuntamiento que impone una cuota de 3 euros a aquellos que no lleven 3 años empadronados en Litago para recoger setas en los montes de utilidad pública. Una medida que el consistorio se apresuró a imponer a los participantes de la fiesta que salieran a recoger el rebollón, y que fue recurrida por la asociación.

"Esta norma debía entrar en funcionamiento un mes después de su publicación, es decir el 19 de octubre, pero eso siempre que no hubiera alegaciones, que las ha habido", explicó Marcelo Reyes.

Por su parte, la alcaldesa insistió en que "lo que tenían que haber hecho es invitar al ayuntamiento, y menos la luz --ya que, según explicó, el municipio tiene poca potencia--, hubieran tenido todo lo demás que hubieran solicitado".