La feria ganadera de Zaragoza (Figan) es un reflejo de la tecnificación de las labores agrarias. Lo que hace una década podía tener aspecto de lonja de animales ha pasado a convertirse en un muestrario de innovaciones técnicas más cercanas al Mobile World Congress que al mercado de Torrelavega.

Durante toda la semana Figan ha mezclado a profesionales y curiosos, estos últimos muy interesados en el pabellón siete, con su exposición de animales vivos y el tirador de cerveza del grupo Pastores. El miércoles fue un buen día para Sor Consuelo, del convento de San Antonio de Padua, en Toledo. En el concurso estatal de conejos gigantes españoles los animales que cuida con mimo lograron el premio al mejor trío. Uno de los ejemplares está a punto de rozar los siete kilos. Llenaba la jaula como nadie, acaparando fotos. Incluso con las autoridades que pasaron por el recinto. El miembro de la junta directiva de la asociación de seleccionadores cunícolas Asemuce, Paco Ibáñez, enseñaba orgulloso los ejemplares a todo el que se acercaba a preguntar. «Hemos podido recuperarlas como razas autóctonas, estamos muy satisfechos, tienen una calidad similar a la de un pollo campero», afirmaba. El jurado valoraba desde la longitud de las orejas hasta la calidad del pelaje.

La semana en el recinto ferial de la capital ha dado para mucho. Era recomendable comenzar con un almuerzo en el propio aparcamiento, con la empanada en el maletero del Land Rover. Y luego compartir experiencias con expositores llegados de 29 países. No es un tópico que las ferias ganaderas siguen siendo cosa de hombres. Más allá de las bromas que los zaragozanos que se creen más urbanitas hacen sobre el desembarco en los prostíbulos, la afluencia mayoritaria al recinto es masculina. Ellas acuden como consortes, con excepciones notables y cada vez más habituales. A pesar de que la puesta en marcha de un criadero de caracoles se siga promocionando como algo dirigido «a la mujer del agricultor».

La técnico de la asociación de ganaderos de raza pirenaica, Laura García Pastor, tiene a sus espaldas el logro de haber recuperado una raza que estuvo al borde de la extinción en los años sesenta. «Es un animal que se adapta a todo, incluso a los malos climas de la alta montaña», indicaba.

Con un llamativo mono verde van de lado a lado los estudiantes voluntarios de veterinarias que velan por el bienestar de los animales. La mayoría son chicas. Estas prácticas son una prueba de fuego a la hora de decidir su futuro. Nada de mascotas adorables. Terneros de más de quinientos kilos. «Es una manera de entrar en contacto con los ganaderos y descubrir si nos gusta este mundo», aseguraba la logroñesa Teresa Velasco. Aunque todavía no tiene claro su futuro, ya ha pasado con éxito el delicado momento del brazo, el guante hasta el hombro y la vaca. «En las granjas ya no se nota tanto el prejuicio hacia las mujeres, pues cada vez somos más en la profesión», reconocía.

En los bares y barras de los pabellones las familias recuperan fuerzas. Los globos verdes que repartía una firma farmacéutica del pabellón seis servían para localizar a los niños a la primera. Iban todos con la geolocalización activada todo el tiempo, en plan Sims. Es de suponer que durante las mañanas todos ellos tenían una buena excusa para faltar al colegio.

Los burros de Vinaceite son un complemento perfecto para la infancia. El lema de la granja escuela que muestra sus animales tiene algo de haiku. Conoce los oficios perdidos / monte a lomos de los burros. El sector equino de la feria ha sido uno de los más valorados, no en vano el Ejército ha mostrado sus mejores ejemplares en un recinto de doma que animaba el ambiente con música de bandas sonoras. «Astro, que destaca por su nobleza y vivacidad...», iban explicando por megafonía al tiempo que reclamaban no aplaudir para no asustar a los animales. Suponemos que en caso de guerra con explosión de bombas tendrían menos melindres. La verdad es que los caballos impresionaban por su obediencia. A la izquierda, pues a la izquierda. Giro, pues giro. «Hay que tener poca faena y mucha paciencia para que hagan eso», bromeaban dos ganaderos.