El pasado 18 de octubre pudo ser un día cualquiera para la mayoría de los aragoneses, pero no así para los profesores, estudiantes y amantes de la filosofía. La fecha, ya imborrable por lo que puede suponer para el devenir de esta asignatura, la marcó en el calendario de muchos la ministra de Educación, Isabel Celaá, cuando anunció que el Gobierno de España incorporará Filosofía como materia obligatoria en 1º y 2º de Bachillerato. Además, también se pretende establecer como común la asignatura de Ética en 4º de ESO. De este modo, el Gobierno pretende crear un ciclo formativo de tres cursos donde los estudiantes estarán en contacto directo con esta materia y con el pensamiento crítico.

La medida ha sido acogida «con mucha alegría» entre profesores de Secundaria, docentes de la Universidad de Zaragoza y estudiantes del grado. «Estamos muy contentos porque llevamos mucho tiempo luchando por esto. La LOMCE (Ley Orgáncia para la Mejora de la Calidad Educativa) nos ha hecho mucho daño», aseguran.

Y es que lo cierto es que Filosofía salió muy mal parada en la reforma del currículo que estableció la polémica LOMCE, más conocida como ley Wert, que se aprobó en el 2013. En esta se mantuvo como troncal la materia de Filosofía de 1º de Bachillerato, pero se eliminó el carácter troncal de la materia Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato y de Ética de 4º de la ESO. Esta última es ahora una optativa con apenas carga horaria y alternativa a Religión.

En tramitación

«Entonces perdimos presencia, peso en las aulas, y eso lo acusa la sociedad. El objetivo debe ser desarrollar un pensamiento crítico, reflexivo, de diálogo y debate entre los alumnos», explica Clara Paniego, presidenta de la Sociedad Aragonesa de Filosofía y profesora de ESO en Zaragoza. «Hay que romper con los prejuicios negativos de la Filosofía. Muchas veces los estudiantes no ven el sentido crítico que queremos transmitir», confiesa Paniego.

El Gobierno deberá ahora hacer una modificación para incorporarla a la reforma de la LOMCE que está elaborando actualmente el Ministerio de Educación. Esta se presentará al Consejo de Ministros en los próximos meses para su aprobación y posterior tramitación parlamentaria.

José Luis López, profesor del grado de Filosofía en la Universidad de Zaragoza, asegura que la reclamación «no es una reivindicación corporativista» de los docentes, sino que al colectivo le consta que «hay una demanda social» de la materia en actividades culturales, medios de comunicación o espacios públicos. «Cuando nos vimos seriamente amenazados por la reforma educativa salimos a la calle, hicimos muchos actos y tuvieron mucho éxito entre el público», dice.

López también focaliza la enseñanza en la base. «Entre los objetivos de educar está también el de formar personas cultas, sean del campo que sean, porque todo ciudadano debe ser crítico y eso solo se logra con las Humanidades», precisa el profesor.

A sus clases en la Universidad de Zaragoza asisten, entre otros, Rubén Arcos, Triana Sánchez, Juan Antonio Pozo o Mónica Ballabriga. Todos cursan el grado de Filosofía, una carrera «vocacional», como reconoce el profesor López.

«Es totalmente necesario aprender Filosofía en Secundaria y Bachillerato, pero no creo que se esté impartiendo de forma adecuada. Las asignaturas son una serie de datos que aprender de memoria para repetir. Eso no es filosofía», dice Pozo.

Pensamiento crítico

«Aporta una serie de posibilidades que no se restringen con la edad, aunque cuanto antes se entre en una dinámica de pensamiento crítico antes se puede entender que la vida, en un sentido amplio, es cuestión probabilística», considera Arcos.

«Recuperarla como asignatura es una muestra de cordura», apunta Ballabriga. «Te permite elevar tu pensamiento más allá y, en fases de la vida tan cruciales en nuestra formación como personas, puede ser de vital importancia para saciar la curiosidad, inquietud o miedo», añade.

Triana Sánchez, por su parte, apunta que se tiene la idea de que la filosofía es «algo completamente subjetivo» y, a partir de ahí, se llega a la «desafortunada conclusión» de que cursar la carrera es «más un pasatiempo que algo verdaderamente útil», dice. «Aproximarse a autores o conceptos filosóficos permite acabar con ese mito», matiza.