Endulzar los regalos de Reyes con un buen roscón es una tradición familiar ligada con el final de las fiestas navideñas. Es fundamental que dentro escondan un obsequio para los más afortunados. Y también que el haba designe a la persona que tendrá que pagar el importe. Los obradores aragoneses llevan toda la semana con los hornos al 100% para tener listos los dulces. Muchos hace varios días que los han encargado.

En la pastelería Lires de la calle Reina Fabiola de Zaragoza despacharán durante este fin de semana casi 5.000 unidades. Muchas de ellas se venderán en su establecimiento, pero otras saldrán desde su obrador a otros comercios similares. Esta elevada demanda tiene que ver con una fórmula con más de 45 años. «Las cantidades son sagradas, no pueden variar ni un pelo», expresa José Francisco Lite.

Para producir estos dulces han necesitado 450 kilos de harina, casi 40 kilos de mantequilla y otros 20 de ralladura de naranja y limón, entre otros ingredientes indispensables como el agua de azahar. Además, en Lires usan almendra molida para darle un mejor sabor a la masa, que habitualmente se rellena de nata. Aunque tampoco se le hacen ascos a cremas u otros sabores, casi siempre a petición del cliente. «Nos adaptamos a las innovaciones, pero no suelen ser santos de nuestra devoción, lo mejor al final es respetar lo que se hace siempre», destacan.

En los últimos años el roscón de reyes ha vivido un auge considerable por las modas gastronómicas que nos invaden. Sin embargo, los obradores tradicionales lamentan que gran parte de esta cuota de mercado se la quedan las grandes superficies con productos de baja calidad que apenas cuestan cinco euros. «Nosotros garantizamos que se ofrece una calidad superior», asegura Lite.

Varias teorías sobre los orígenes de este dulce típico aseguran que procede de la antigua Roma y de sus fiestas paganas al dios Jano o a Saturno, pero en la actualidad las frutas escarchadas que cubren la superficie del bizcocho tienen que ver más con las coronas de Melchor, Gaspar y Baltasar, según la tradición popular. «Un roscón sin sorpresa en un interior no es un roscón», incide el pastelero.

TRAS LA CABALGATA

En España fue el rey Felipe V quien introdujo la costumbre de tomar el roscón el día de Reyes, aunque ya existía un antecedente: el roscón de Navidad. Un bollo anisado en forma de rosca típico de estas fechas que las mujeres llevaban colgando del brazo a la misa del gallo para que fuese bendecido.

La mejor hora para comprar este dulce es la propia mañana del seis de enero, aunque a veces se puede dejar en la nevera desde el final de la cabalgata, para no perder ni un minuto de tiempo a la hora de jugar con los regalos recién abiertos. Lo habitual es que sean los abuelos los que se encargen del trámite, pues suele ser necesaria la paciencia para afrontar las colas en la pastelería.

Para celiacos, con masa madre o con especia exóticas son otras variedades que se pueden encontrar en el mercado. Todas ellas con algo en común: están pensadas para compartir en una jornada de ilusión.