Diez años después de que fuera cometido, el conocido como crimen de la Magdalena, que originó una auténtica conmoción pública por la brutalidad empleada con la víctima, ya cuenta con calificación fiscal, con lo que la cuenta atrás para la celebración del juicio ya ha comenzado.

El ministerio público solicita penas que oscilan entre los 13 y los 27 años, en función del grado de participación, para los cuatro sospechosos de matar en la noche del 20 al 21 de junio del 2009 a Luis Bernal López, al que golpearon y estrangularon hasta causarle la muerte en su casa de la calle de las Cortesías, en el barrio zaragozano de la Magdalena.

Brahim Nasri, Mihai Simion y Vasile Carp, según el fiscal, entraron en el domicilio de la víctima con el fin de apoderarse del dinero y las drogas que este guardaba en una caja fuerte que había en su habitación. Esta información les había sido facilitada por Alexandra Corina Almiciu, una prostituta rumana con la que Bernal había tenido contactos.

El fiscal imputa a los acusados los delitos de asesinato, robo con violencia y allanamiento de morada. Los tres primeros son responsables en concepto de autores directos, mientras que la procesada Alexandra está considerada cómplice en la comisión del delito. En cuanto a responsabilidad civil, el ministerio público establece en su escrito de acusación que los acusados paguen 80.000 euros de forma solidaria a cada uno de los dos hijos de Luis Bernal y otros 30.000 euros a cada uno de sus tres hermanos.

En sus conclusiones, el acusador público mantiene que los autores materiales del hecho entraron en la casa de Bernal tras fracturar el cristal de la puerta del patio con una herramienta y romper la cerradura de la puerta del piso. Una vez dentro de la vivienda encontraron al morador «durmiendo y altamente influenciado por las bebidas alcohólicas que había ingerido a lo largo del día».

Pese a esa circunstancia, que mermaba su capacidad de reacción, Bernal se despertó con el ruido, por lo que los intrusos lo agarraron, lo ataron de pies y manos a la cama, con los pies en el cabecero, y lo amordazaron. Cuando se hubieron asegurado de que estaba totalmente inmovilizado, relata el fiscal, le golpearon con fuerza en la mandíbula con una tijera utilizada para cortar chapa en las obras y le conminaron a que les revelara la clave de la caja fuerte.

Cuando consiguieron abrirla, se apoderaron de unos 500 euros, distintos efectos de valor que no han podido determinarse y cierta cantidad de droga, pues la víctima «se dedicaba a la venta al menudeo de estupefacientes». Asimismo, cogieron una suma de dinero que Bernal guardaba siempre en el primer cajón del mueble de la televisión (unos 200 euros), así como una tableta de hachís y marihuana, cocaína y speed que había en el frigorífico.

A continuación, siempre según el relato del ministerio público, los acusados mostraron con su víctima tal agresividad que llegaron, «de forma consciente y voluntaria, a poner fin a su existencia».

De hecho, estando como estaba, inmovilizado e indefenso, «lo estrangularon pasando alrededor de su cuello una camiseta entrelazando las mangas». Tras ello, abandonaron precipitadamente la vivienda con el botín, dejando la puerta entreabierta y las luces encendidas.