Diego G. T., de 30 años, sembró el miedo entre los vecinos de Paracuellos de Jiloca, donde llegó a disparar contra tres personas con el objetivo de cobrar una supuesta deuda de drogas. Fue en diciembre del 2018 y desde ese momento se encuentra en prisión provisional por esos hechos. Ahora acaba de recibir la acusación que la Fiscalía Provincial de Zaragoza ejerce en su contra. Afronta 29 años de prisión como supuesto autor de un delito de robo con fuerza en las cosas, tenencia ilícita de armas, tres delitos de tentativa de homicidio, otro de amenazas, uno de desobediencia y también daños.

Una acusación que el ministerio público basa en el atestado realizado por la Guardia Civil que investigó y detuvo al joven.

Todo se remonta al 6 de diciembre del 2018 cuando, supuestamente, Diego G. T., se introdujo en una vivienda del municipio de Munébrega, tras reventar una cerradura. De ahí se llevó tres escopetas y dos rifles con mirada telescópica, así como diversa munición para alimentar estas armas.

Pertrechado con ello, un 12 de ese mes, el encausado acudió a una finca ubicada en el paraje Cifuentes, en Paracuellos de Jiloca, que era propiedad de un hombre con el que mantenía rencillas. Esperó escondido en unos matorrales hasta que llegó esa persona, que iba acompañada por su novia. Nada más bajar del vehículo, presuntamente, comenzó a dispararles, aunque pudieron ponerse a salvo.

Al día siguiente, el encausado mandó mensajes al amigo del hombre al que había intentado matar para advertirle «que no era una broma. Tengo poco que perder, así que todo lo que tengas me lo das». «Sé dónde esconde los coches, por lo que puedo pasar por ahí y darles candela», dijo. Pocas horas después acudió a la vivienda de la madre del hombre al que buscaba, descerrajando sus escopetas contra las paredes y ventanas de la casa. Fue detenido tras una persecución a 190 kilómetros por hora en el casco urbano de Ontinar.