Dos médicos forenses confirmaron ayer, último día del juicio celebrado en Pamplona, que José Luis Madurga, el representante de joyería asesinado en Tudela en noviembre de 2001, murió degollado. Los doctores no pudieron precisar, sin embargo, si la víctima seguía consciente cuando recibió los dos cortes que le seccionaron las arterias yugular y carótida, aunque no lo consideran probable, ya que antes había recibido tres fuertes golpes en la cabeza con un objeto contundente.

Los peritos, que mantuvieron que las heridas fueron ocasionadas "con intención de matar", sostuvieron que Madurga se hallaba de pie y de espaldas al agresor cuando recibió un primer golpe en la cabeza que le hizo volverse para intentar defenderse de la agresión, como lo prueba "el hecho de que tuviera fracturados varios huesos de la muñeca derecha".

Sin solución de continuidad, recibió dos golpes más, "uno de los cuales le fracturó la mandíbula y le hizo perder la consciencia y caer al suelo". Del impacto se produjo una brecha en la mejilla derecha por la que sangró de forma abundante. A continuación fue arrastrado por el suelo y "seguramente dos personas" le introdujeron en el maletero del coche, operación en la que le ocasionaron una luxación de cadera. En ese momento, la víctima seguía viva, según los forenses, que se basan en la gran cantidad de sangre hallada en el maletero. Durante el día de hoy, el jurado popular se encerrará a deliberar sobre los hechos recogidos en el formulario del presidente y emitirán el veredicto.