Los forenses que ayer testificaron en el juicio contra Brayan M. G., por el asesinato del senegalés Lamine Gueye en su casa de Delicias, apuntaron a que, dada la violencia de los golpes en el cráneo, estos debieron propinarse con un objeto muy duro --como la culata de la pistola de fogueo cuyos cartuchos fueron hallados en el salón-- y "desde arriba". Lo cual casaría mejor con que la víctima, dada su elevada estatura y la de los presuntos agresores (Brayan y su hermano J., ya condenado en Menores), estuviese tumbada o sentada que forcejando.

Los forenses admitieron que en una pelea podría pasar, pero calificaron de más "razonable" la hipótesis del golpe desde una posición superior. Además, en la habitación había marcas de salpicadura de sangre compatibles con los fuertes golpes, dos de los cuales astillaron el cráneo, de un centímetro de grosor.

Para lo que no tienen explicación clara, dado que la víctima, calculan, vivió solo 15 minutos tras la agresión, es por qué se rasuró la cabeza. Tampoco cómo se soltó las bridas que, en una muñeca y un tobillo, aparecieron bajo el cuerpo pero cortadas.

Tras alcanzar un trato los encubridores, la Fiscalía mantuvo los 18 años de petición de pena para Brayan. El jurado deliberará mañana.

El abogado del acusado, Javier Osés, pidió recusar al juez porque ya intervino en el proceso del hermano menor. Este se negó por no ser el momento para tal petición y porque ya tuvo en cuenta este juicio al tratar los hechos en la anterior resolución, para los que se ciñó al hermano pequeño.