Las lesiones descubiertas en la pequeña M., muerta con apenas 29 días de edad en el 2014, casan con una muerte violenta, «más compatible con una etiología homicida que con un accidente», según los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que ayer testifiicaron en el juicio con jurado contra sus padres, Rachid B. y Bouchra S.

Según describieron, el bebé presentaba tres grupos de lesiones en distintas partes de la cabeza producidas por al menos dos objetos, ninguno de los cuales sería una parte del cuerpo, lo que contradiría la versión del padre de que se le cayó a las rodillas.

Estos golpes, sin embargo, no fueron los que le causaron la muerte, sino que fue la hemorragia cerebral que los forenses atribuyen al «síndrome del bebé zarandeado», un fuerte movimiento del bebé que desplaza la masa encefálica.

Los peritos de la defensa obviamente no negaron las lesiones, pero las vieron compatibles con una caída accidental con algunos golpes intermedios y un zarandeo para reanimarla. Para los del IMLA, un bebé «no es una pelota»· como para golpearse tres veces en la misma caída.

En la misma línea, el hermano menor, I., presentaba hasta 15 fracturas, 8 en las costillas y 6 en las piernas, que los forenses atribuyen al mismo síndrome del zarandeo y los de la defensa creen «espontáneas», por debilidad ósea combinada con la costumbre marroquí de llevarlo fajado, envuelto en un hato.

El jurado deliberará el lunes sobre el caso.