Los agricultores aragoneses de fruta de hueso afrontan una campaña cargada de incertidumbre. El sector prevé una cosecha algo superior a la del año pasado y teme que el incremento de la oferta conlleve una caída de precios, aunque no contempla que se repita la «desastrosa» situación del 2017, cuando el desplome de precios puso en jaque a miles de explotaciones. Sin embargo, este año ha entrado en juego un nuevo factor que ha disparado la preocupación entre los fruticultores: la subida del salario mínimo interprofesional (SMI).

El sector recuerda que estas explotaciones son muy intensivas en mano de obra, llegando a representar hasta el 80% del coste total. «Dependiendo de la fruta, en unas 30 hectáreas se pueden llegar a necesitar hasta 60 trabajadores», indica Óscar Moret, corresponsable del sector frutícola de UAGA. Apuntan desde el sindicato que la subida del SMI conllevará en la práctica pasar de 6,25 euros la hora a 7,19, un aumento «que no todas las explotaciones van a ser capaces de soportar».

«Es un tema complicado porque socialmente todos queremos que la gente tenga un salario digno, pero quizá eso provoca la pérdida de agricultores», lamenta Moret. Por eso, el sindicato ya ha reclamado algún tipo de exención fiscal o en las cotizaciones a la Seguridad Social, ya que los agricultores no pueden repercutir la subida de sus costes en sus productos como sí pueden hacer otros sectores.

La subida del SMI unida a la incertidumbre respecto a los precios puede provocar «un cóctel explosivo». «Si se junta todo puede ser un año complicado», reconoce Moret.

LOS EFECTOS DEL VETO RUSO

Lo peor, sin duda, es que los fruticultores aragoneses llevan demasiados veranos para olvidar. Desde que en agosto del 2014 entró en vigor el veto ruso a las importaciones de varios alimentos procedentes de la UE, los precios de la fruta de hueso se han desplomado casi todos los veranos como consecuencia del exceso de oferta. La prohibición ha dejado en una situación muy delicada a miles de agricultores aragoneses, que con unos precios tan bajos no pueden hacer frente ni a sus costes de producción.

La crisis está afectando sobre todo a Aragón y Cataluña, las regiones que más fruta de hueso producen. Se estima que en la comunidad hay unos 15.000 empleos directos ligados a este sector, 5.000 de ellos solo en el Bajo Cinca.

«Retirando producción no se arreglará el problema porque al final eso es un parche; hay que buscar soluciones alternativas a largo plazo», considera Moret. Con todo, reconoce que igual llega agosto y vuelven a pedir la retirada para intentar salvar de forma puntual esta campaña.

Otro de los obstáculos que deberán sortear los fruticultores es la escasez de mano de obra (temporeros) en algunas zonas, algo que viene siendo una constante en los últimos años.