La isla de Decepción, lugar en el que se sitúa la base antártica española Gabriel de Castilla, gestionada por el Ejército de Tierra, se halla en el archipiélago de las Shetland del Sur, a escasos 100 kilómetros al norte del continente antártico, a más de 1.000 kilómetros del lugar poblado más cercano y a 13.000 kilómetros de España. Decepción es un enclave con una magia especial: por su historia, su entorno, su fauna y flora. Tiene forma de herradura, con una apertura hacia el sureste llamada Fuelles de Neptuno. Además, es un volcán activo, cuyas erupciones en los años 70 destruyeron dos bases antárticas, una chilena y otra británica.

El día 19 de noviembre de 2003, a las 8 de la mañana, un grupo de militares y científicos nos encontramos en el puente del buque Las Palmas . Con curiosidad observamos cómo el buque realiza estudiados movimientos para pasar a través de los Fuelles. La maniobra es complicada, se van dando las órdenes en el puente, de forma precisa y sincronizada, hay una gran actividad, cada marinero sabe lo que tiene que hacer y como una máquina perfectamente engranada el buque va pasando el estrecho paso. Los que participamos en esta nueva experiencia percibimos concentración y emoción en el ambiente.

Los Fuelles de Neptuno, una angosta entrada cerrada en uno de sus extremos por los restos de un naufragio, nos introduce en una bahía interior de costas con pendientes suaves y que está considerada como el mejor puerto natural de la Antártida. El paso es espectacular, con el buque pegado al norte de la entrada, ya que en el otro lado hay unas afiladas y amenazantes agujas que emergen ligeramente del agua.

Poco a poco, nos acercamos al lugar de fondeo, a unos 300 metros de la base. El día es espléndido, con sol y sin viento, lo cual agradecemos ya que éste podría abortar el desembarco del material. La temperatura es muy baja y examinamos a fondo la base.

Presenta un aspecto apacible, con las ventanas tapadas, como si estuviera descansando después de haber librado una dura batalla contra los rigores antárticos invernales. A las 09.00 horas el barco está fondeado enfrente de la base. Se encuentra cubierta de nieve, que se ha acumulado debido a la acción del viento en grandes ventisqueros. A simple vista parece en buen estado, aunque comprobamos que se han retorcido algún tejado y alguna plancha metálica aparece a más de 100 metros de distancia. Esto nos da idea de la crudeza del invierno en estas latitudes. Comenzamos a despejar la nieve de las puertas de los contenedores con grandes esfuerzos. Hacemos un camino para quitar la nieve de la playa y para poder utilizar los vehículos. El sargento primero Tapiador, especialista en motores y grupos electrógenos y el único que repite campaña, en poco tiempo pone los grupos electrógenos en funcionamiento y la base dispone de luz eléctrica.

El trabajo es intenso. Hay que desembarcar todo lo necesario para que la base pueda funcionar durante cuatro meses: víveres, equipos de transmisiones, repuestos, material de mantenimiento, motores y equipos científicos. Este año la apertura se ha adelantado con respecto a otras campañas.

Mientras tanto dos científicos, Nieves Sánchez y Daria Zandomeneghi, de nacionalidades española e italiana respectivamente, colocan los sismógrafos para determinar la actividad sísmica y volcánica.

Los primeros días

Los resultados son positivos y se puede trabajar con tranquilidad. No obstante, Decepción es un volcán activo, cuyas erupciones y activad sísmica han sido frecuentes. De hecho, cada campaña se registran alrededor de cien terremotos.

Los primeros días son de especial dureza. Luchamos continuamente contra el hielo y las bajas temperaturas. Estamos en el verano antártico y la noche no hace su aparición, por lo que tenemos luz las 24 horas.

Una vez finalizado el plan de modernización, la base dispone de unas magníficas condiciones de vida y seguridad y de un exigente control medioambiental. Las condiciones de trabajo de todo el personal técnico e investigador son adecuadas y confortables.

Destaca el módulo de vida, que dispone de agua caliente, calefacción, lavadora, secadora y lavavajillas. El brigada Gandolfo, responsable de las instalaciones de la base y profesor de la Academia de Logística de Calatayud, se sorprende del buen estado que presenta. Disfrutamos, además, de la excelente cocina del cabo primero Juan Carlos Romero.

La gestión del medioambiente es el principal problema que tienen las bases, ya que hay que retirar todos los residuos orgánicos e inorgánicos que se producen. Esto trae de cabeza a la responsable de medioambiente, la capitán Myriam García Villacampa, veterinaria, zaragozana destinada en la AALOG-41.

La base está ocupada por 18 personas, elegidas para la campaña por reunir una serie de requisitos, como ser tolerantes, sociables, tranquilas y generosas, en el sentido que sean capaces de sacrificar su intimidad personal por el bien del grupo.

Comandante del Ejército. Dirige la base Gabriel de Castilla.